18/12/17

¿Cuando empezó el proceso? Lo inicia Artur Mas en la primavera de 2012... para conseguir mayoría absoluta. No quería la independencia, quería ser Pujol

"- ¿Cuando empezó el proceso?

Para mí lo hace la primavera de 2012, poco después de la creación de la ANC. Es cierto que antes y después de la sentencia del Estatuto ya se iban produciendo y articulando muchas expresiones populares proindependencia, y buena parte del éxito electoral de la CUP nace aquí, pero la maquinaria política y mediática del partido hegemónico se pone en marcha al servicio de la causa independentista a partir de la primavera de 2012, incluso la apropiación de la palabra “proceso” se hace entonces, no antes.

 Dudo que se encuentre un artículo de 2011 donde alguien le dé a la palabra “proceso” la connotación que todos le damos ahora. No sé si porque a raíz del caso La Camarga ven que gobernar con una socia parlamentaria como Alícia Sánchez Camacho es insoportable o porque las encuestas les dicen que radicalizando un poco su mensaje le clavarán un mordisco al electorado de ERC, pero para mí no hay duda de que empieza entonces y no inmediatamente después de la sentencia del Estatut. 

Recuerdo perfectamente la sorpresa que me causó que a meses vista del 11 de septiembre de 2012 ya se estuviera hablando a los medios, públicos y privados, de quien iría a la manifestación y quien todavía no había confirmado su asistencia. Yo pensaba, ¿y a qué viene ahora hablar de una manifestación para la que faltan meses y en la que siempre van cuatro gatos? Insisto, no fueron sólo los medios públicos. 

 La Vanguardia tuvo un papel movilizador fundamental, repasen su hemeroteca de los meses de mayo, junio y julio de 2012. De todas formas, si Mas hubiera obtenido la mayoría absoluta en noviembre de 2012, que es lo que perseguía con toda aquella comedia de ir a Madrid a pedir el pacto fiscal y luego abortar la legislatura porque no se lo daban, se habría acabado el proceso, o tal vez no habría comenzado nunca. Mas, en 2012, no quería la independencia, quería ser Pujol.

- Usted tiene la teoría personal que no comenzó con la sentencia del Estatuto.

Es que es incongruente con lo que sucede cuando se constituye el primer gobierno Mas, donde la principal aspiración o reto o en todo caso eslogan era hacer “el gobierno de los mejores””. 

Hacía unos meses que acababan de tumbar el Estatuto, y lo que Mas ofrecía al electorado era hacer “el gobierno de los mejores”, en contraposición a la imagen de gobierno-desastre que habían conseguido crear los sucesivos tripartitos, gracias a su capacidad de dominar el discurso mediático. 

Y entonces, inmediatamente después de ganar las elecciones a finales de 2010, la estabilidad parlamentaria durante todo el año 2011 se asienta sobre un pacto CiU-PP que entre otras cosas permite aprobar aquellos engendros legales llamados “leyes ómnibus” que tienen como único objetivo desmantelar por la vía rápida lo que había construido el tripartito. 

No tiene ningún sentido que ahora estés maldiciendo el partido político que recogió firmas contra el Estatuto si después de hacerlo estuviste un año gobernando con su muleta, y como es incoherente lo que se ha hecho es borrar el año 2011 del relato.

 Fíjate. Cuando se hace una cronología del 'proceso', con las fechas claves, y se sitúa el inicio en mayo de 2010, ya después se da un salto a 2012. Nunca aparece nada que pasase el año 2011 porque en la foto de 2011 sale Mas de la mano de Alícia Sánchez-Camacho.

- Tiene un artículo publicado en 2016 en el que ya lo decía. Recuerdo la Diada del 2011 porque, en efecto, yo estaba allí y había cuatro gatos.

Efectivamente, la de 2011 y la de 2010, las dos jornadas posteriores a la sentencia del Estatut en las que están los mismos 10.000 irreductibles que cada una de las jornadas de las dos décadas anteriores. ¿Y por qué la gente no se sentía llamada a manifestarse entonces? ¡La convocatoria existía! Muy sencillo: el partido hegemónico aún no había pisado el ‘start’ de su maquinaria propagandística.

- ¿Por qué Mas se hizo soberanista?

Por cálculo político, no por ninguna convicción íntima. Supongo que intuye que, si no se hace, tiene muchos números de perder la hegemonía, el eje del catalanismo, y se hace pero lo acaba perdiendo igualmente. 

En todo caso, nunca me he creído la canción del “hemos llegado a la conclusión de que con Madrid no hay nada que hacer”, “no nos dan otra salida que marcharnos”, etc. No me lo he creído tratándose de políticos de este nivel. Y no sólo hablo de Mas. Ha habido muchos que se hacen indepes de la noche a la mañana. 

El caso de Ernest Maragall me parece incomprensible. Una persona que ha ocupado cargos de muchísima responsabilidad por su militancia en un partido que ni por un momento se ha acercado a estas posiciones, ¿de repente descubre que en Madrid no hay mucha sensibilidad hacia el sentimiento nacional catalán?

- ¿Y Convergencia?

En Convergencia ya había muchos cuadros y mucha gente de base que tenía un corazón independentista y una cabeza autonomista. A toda esta gente se le dice que la independencia es posible, conveniente y urgente. No hacen falta demasiados argumentos para convencerlos. Y menos si lo dicen los de arriba.

- ¿Qué balance hace del proceso?

De momento desastroso. Hace seis años que nos miramos el ombligo, o sea que tenemos los ojos irritados y las cervicales atrofiadas. Siendo benevolente, quizás es cierto lo que dicen algunos, que era necesario algo así para agitar España, aunque ahora mismo la amenaza de la recentralización es más real que nunca.  (...)

- El país parece dividido en dos bandos.

Es una pena. A los independentistas les molesta mucho que se diga que el proceso ha fracturado la sociedad. Seguramente hablar de fractura es exagerado, pero que ha abierto heridas en la convivencia es innegable. Heridas que no estaban. Se ha tensado mucho la cuerda, por mí de forma irresponsable e innecesaria. 

Ya he dicho en algún artículo que me daría vergüenza tener que explicar el 'drama catalán' a un palestino, un kurdo o un rohingya, y aquí nos hemos querido equiparar. El peor error del proceso ha sido creerse su propia propaganda, es decir, creerse de verdad que el mundo nos miraba. En realidad lo comenzó a hacer el 1 de octubre, y no terminó de entender gran cosa.

 Lo que en todo caso tuvo claro era que no somos ni palestinos, ni kurdos ni Rohingya, naciones que aún están en la lista de espera de las urgencias humanitarias mundiales, junto con muchas otras. 

Nosotros pretendemos llegar y ponernos por delante, pero la cola es larga y los que están tienen razones mucho más palpables que nosotros. El mundo ya tiene muchos problemas y no puede comprender que un territorio con un PIB per cápita que casi triplica la media mundial pretenda erigirse en una urgencia humanitaria.

- ¿El 155 es una agresión al autogobierno?

Yo no lo calificaría así. Es una anomalía que esperamos termine el 22 de diciembre. Pero me hace gracia cuando la cuentan, como si no hubiera habido una causa previa, como si surgiera por una especie de capricho. 

No se me ocurre qué otra reacción habría podido tener el Estado cuando se aprueba la moción por la que se hace la DUI (hasta más tarde no hemos sabido que era una especie de simulacro de DUI), basándose en un referéndum que muy claramente no ha tenido garantías, aunque sea el mismo Estado el principal responsable de esta ausencia de garantías. Qué esperaban que hiciera, decir mucho gracias y adiós muy buenas?

- ¿Cómo juzga la huida del presidente Puigdemont en Bruselas?

Se podrá juzgar completamente según sea su regreso. Es una jugada improvisada, eso está claro, porque después del 1 de octubre todo lo que pasa es improvisado, pero tal vez incluso le sale bien y consigue eludir la prisión. Me gustaría, porque la situación de prisión envenena aún más el debate, pero lo veo difícil.

 En todo caso, creo que Puigdemont lo había hecho bastante bien, teniendo en cuenta los objetivos que perseguía su Gobierno y las circunstancias con las que tuvo que asumir el papel de presidente de la Generalitat en enero de 2016. Pero a partir del 1 de octubre el discurso que adoptan y las decisiones que toman son un desastre, incluso para sus propios intereses.

 El 1 de octubre fue una victoria aplastante por el independentismo y una humillación por el Gobierno central. Era el momento de detenerse y administrar la victoria, no de apretar el acelerador. Por qué derrocharon aquel éxito empeñándose decir que aquello había sido un referéndum real, y que por tanto debía aplicar el resultado? Si ni sus propios observadores internacionales el entendieron como tal!  (...)"               

 (Entrevista a Víctor Saura, autor de un libro que siempre recomiendo: “La Catalunya més fosca” (Base) en el que describe varios episodios de la historia reciente que rompen la imagen idílica que tienen algunos de Catalunya. e-notícies, 06/12/17)

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