"(...) el filósofo Gabriel Albiac (Utiel, 1950), ha publicado un nuevo libro: Mayo del 68: Fin de fiesta
(Editorial Confluencias). Contundente y desengañado, Albiac carga en
esta entrevista contra el nacionalismo y las políticas de la identidad,
tras las que adivina una “pulsión de muerte”.
Mitterrand aseguró que el “nacionalismo es la guerra”. ¿Sigue siendo así?
La identidad es la guerra. Es una paráfrasis del
Freud de 1914. De un modo más riguroso: la identidad es pulsión de
muerte. Porque sólo en la aniquilación —material o simbólica— del otro
queda mi identidad suficientemente blindada.
En política, es algo que
entendió a la perfección Carl Schmitt, que no en vano fue el mentor
jurídico del Estado de Hitler.
Pese al tiempo transcurrido,
no nos ponemos de acuerdo a la hora de definir lo que ocurrió en
Cataluña en el otoño de 2017. En su opinión, ¿fue o no un golpe de
Estado?
Un golpe de Estado de manual. Gestado durante un
período muy largo. Propiciado por una pasividad criminal de los
gobiernos españoles entre 1978 y 2017. La estructura de doble poder —el
Estado paralelo— pudo gestarse hasta en sus últimos detalles.
El golpe
de Estado —que los golpistas llaman “desconexión”— falló, en el último
momento, sólo por la cobardía de sus gestores. Tal vez se habían creído
su delirante leyenda de que es posible hacer un golpe de Estado sin
sangre. Incluso, sin coste alguno.
Los defensores de la
inmersión lingüística en Cataluña aducen que este es el único método
para garantizar la cohesión en las aulas catalanas. ¿Suscribe el
argumento?
La cohesión nacional, sin duda. ¿La académica? En
ningún país con lengua de extensión limitada —Holanda, por ejemplo— se
aplica tal suicidio.
¿Y cómo entender que parte de la izquierda española avale dicho modelo?
Eso a lo cual llaman “izquierda” —pero yo traté ya
hace años de mostrar la inconsistencia actual de esa metáfora espacial—
no es en España más que el último resto de una pulsión autodestructiva
única en Europa. Ama morir. Y nada logrará impedírselo.
Para el escritor Félix de Azúa, el Gobierno de Quim Torra puede considerarse de “extrema derecha”. ¿Exagera?
Nazismo, en sentido propio. No hay más que leer a Rosenberg.
El Govern ha otorgado la Cruz
de Sant Jordi a la expresidenta del Parlament Núria de Gispert, famosa
por haber instado en varias ocasiones a Inés Arrimadas a “volverse a
Cádiz”. ¿Cómo lo explica?
Es de una lógica aplastante. Nazis condecoran a nazis.
En los últimos tiempos, hemos
visto a Elsa Artadi citar a Anna Frank para defender los lazos
amarillos o a la Generalitat convertir un homenaje a las víctimas del
nazismo en Mauthausen en una reivindicación a favor de los presos del procés. ¿Son lícitas estas comparaciones?
La desvergüenza puede llevar al ridículo. Es el caso.
Tras las elecciones, Pablo Iglesias afirmó que “quién no entienda que España es plurinacional, no entiende nada”. ¿Es esto así?
Lo que la cabeza de Iglesias está diciendo cuando enuncia eso es: España es odiosa y debe desaparecer. (...)" (Óscar Benítez, ElCatalán.es, 12/05/19)
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