"(...) el nacionalismo es muy difícil de conjugar con la izquierda porque
consiste en acentuar la diferencia en términos étnicos o culturales en
lugar de tener presente nuestro papel conjunto como trabajadores.
En cambio, el independentismo tiene determinados contextos históricos:
el independentismo cubano, el de los países latinoamericanos contra
España o el de las colonias contra las metrópolis ha conjugado muchas
veces con la izquierda porque era una forma de emanciparse frente a una
opresión.
Pero el caso de Cataluña no cabe en esas delimitaciones, y por
eso no entiendo a los independentistas catalanes que se dicen de
izquierdas; entiendo lo que dicen, pero no comparto sus conclusiones. La
independencia en Cataluña, la que proponen en la Ley de Transitoriedad,
no es un proyecto anticapitalista, eso es evidente: hasta mantiene las
instituciones de la UE, es obvio que no pretende ser una revolución
socialista.
Pero incluso una independencia más ideal no es beneficiosa
para las clases populares ni de Cataluña ni del resto del Estado, y se
producen paradojas como que se esté defendiendo a los Mossos d'Esquadra,
que hace diez años te pegaban por defender la sanidad pública.
Se está
produciendo una idealización de las estructuras del Estado catalán, que
han sido las mismas que han defendido un orden de las cosas
absolutamente injusto y contra el que se movilizó gran parte de la
izquierda. El independentismo yerra su tiro: es legítimo, pero creo que
se equivoca.
P. ¿Y cómo se abre la izquierda paso en ese marco en el que la discusión principal es sobre el tema nacional y no sobre las propuestas sociales?
R. No podemos negar la realidad: hay un debate nacional, y uno puede cerrar los ojos y decir "no me gusta esto, voy a seguir insistiendo en lo otro", pero le va a dar igual. Tenemos que ofrecer una alternativa también dentro del marco nacional, y lo que estamos haciendo es decir que nosotros sí tenemos un proyecto de país.
P. ¿Y cómo se abre la izquierda paso en ese marco en el que la discusión principal es sobre el tema nacional y no sobre las propuestas sociales?
R. No podemos negar la realidad: hay un debate nacional, y uno puede cerrar los ojos y decir "no me gusta esto, voy a seguir insistiendo en lo otro", pero le va a dar igual. Tenemos que ofrecer una alternativa también dentro del marco nacional, y lo que estamos haciendo es decir que nosotros sí tenemos un proyecto de país.
Nosotros queremos una
España unida, pero desde la diversidad, desde el respeto a lo
plurinacional, y con un modelo federal que respete los derechos
sociales. Nuestro proyecto de país es el único coherente, el único que
tiene sentido común en el medio plazo.
A corto plazo... hay una guerra
de banderas, y ahí es muy difícil abrirse camino, porque la guerra de
banderas está relacionada con las comunidades imaginadas, con pasiones y
sentimientos, es más parecida a la religión que a un debate político
serio.
Ahí hay poco espacio, porque el escenario se polariza y quienes
ganan son, precisamente, quienes están en los polos. Pero es
insostenible la declaración de independencia contra la mitad de la
población y también negar eternamente que hay un problema, y al final se
abrirá paso necesariamente una vía intermedia. Nuestra posición es la
más adecuada a medio plazo. (...)" (Entrevista a Alberto Garzón, InfoLibre, 24/10/17)
"(...) También afirma que es incongruente ser maxista y nacionalista a la vez. ¿Y ser comunista e independentista al mismo tiempo?
"Parte del nuevo independentismo cree que la independencia le devolverá las condiciones de vida precrisis, pero es una quimera"
Creo
que es un error. No niego que existan, porque yo no soy quien reparte
los carnés de comunista, pero creo que la independencia, en referencia a
la independencia nacional, no proporciona las bases necesarias para el
comunismo. Si, por ejemplo, Catalunya fuera independiente, sólo hay que
ver que la Ley de Transitoriedad Jurídica que han aprobado mantiene la
estructura de la UE, mantiene sus normas...
Vivimos en un sistema-mundo
donde la globalización capitalista es el terreno de juego en el que nos
movemos, y eso no se va a combatir desde el independentismo, así de
sencillo. Desde mi punto de vista es un error. Sé que hay gente que cree
lo contrario y lo respeto, pero desde el punto de vista que yo planteo,
atendiendo a cómo funciona la economía realmente, no es posible. (...)
Desde mi punto de vista, no es coherente ser independentista y ser
comunista, en un contexto como el que estamos hablando en Catalunya.
Creo que hay otras circunstancias históricas que han hecho que naciones
colonizadas, naciones bajo la opresión de un imperio en los años 50 del
siglo pasado, buscaran su libertad a través de ideales comunistas, pero
eran dos ideales que encontraban una carretera común.
El comunismo es
internacionalista. La mejor definición es, quizás, pero no la única, Proletarios del mundo, uníos [Manifiesto Comunista], no separaos. (...)
Sostiene en el libro que el
capitalismo está condenado a muerte, y habla sobre el desempleo, la
desigualdad o la precariedad laboral... ¿hasta cuándo se van a seguir
tapando estas realidades con cortinas como la situación en Catalunya,
que también sirve al PP para dejar en segundo plano su corrupción?
Creo que el capitalismo, y es una de
las virtudes de Marx, fue desvelado, desentrañado, de tal forma que
Marx encontró cuales eran las lógicas de funcionamiento de un sistema
económico que ha cambiado muy poco en este tiempo. Su lógica, la lógica
de la ganancia, es la misma, y eso permite entender cómo el capitalismo
es destructor: destructor de las relaciones sociales, del planeta y de
la vida.
En la vida política es verdad que estas expresiones más
brutales del capitalismo han pasado a un segundo plano en estos meses
como consecuencia del conflicto en Catalunya, que no es un conflicto
económico, o, mejor dicho, no es sólo un conflicto económico. Es un
conflicto que tiene un largo arraigo en términos de identidad nacional y
de construcción de una nación. Lo que tenemos en Catalunya es un
conflicto de banderas, por decirlo de forma simplificada, pero abarca
muchos fenómenos más complejos.
En ese conflicto de banderas importa
muy poco la cuestión social, y esto tiene que ver con la vivienda, el
empleo o la precariedad, que son las cuestiones más urgentes y
prioritarias. Una parte del nuevo independentismo cree que la
independencia le devolverá las condiciones de vida previas a la crisis, y
creo que eso es una quimera, un engaño.
Por otro lado tenemos un
rebrote del nacionalismo español, que frente a la amenaza
independentista, que amaga con alterar su concepción de la unidad de
España, deja y aparca las diferencias que pueda tener con PP y C's en
términos de clase.
Y eso es un problema, porque significa que entramos
de nuevo en una guerra entre pueblos, en una guerra entre trabajadores
de diferentes pueblos y naciones, en vez de coordinarnos para construir
un proyecto de país que pueda albergar a todos en su diversidad, y
proteger los derechos sociales de un lado y de otro. (...)" (Entrevista a Alberto Garzón, Alejandro López de Miguel, Público, 23/10/17)
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