"(...) IF YOU FEEL BARCELONA F.C., YOU FEEL CATALUNYA. ¡Qué cosas que se escriben y se airean hasta que hay protestas! If you feel Real Madrid F.C you feel Madrid and Spain. ¿Se imaginan que se diría aquí, en .Cat?
Afortunadamente se escriben otras cosas. Esta, por ejemplo, es del
historiador José Luis Martín Ramos. De una comunicación personal, a
propósito del uso, del extendido e inadmisible uso de Cataluña y el
“Estado español”, sobre la discordancia, son palabras suyas,
“lingüística y conceptual, de hablar de Cataluña y del Estado español”.
El nacionalismo de estado en las sociedades multinacionales niega la
condición de nación a quien no está constituido políticamente como
estado, negando la realidad compleja de las identidades nacionales; de
ello nos quejamos en Cataluña. Para mí con razón. Ahora bien, los
nacionalismos sin estado niegan al estado al que pertenecen la condición
que para sí consideran como su propia razón de ser y de futuro: la de
nación.
Hemos tenido en Europa un ejemplo trágico: el nacionalismo
croata negó la razón de ser de una nación yugoslava, que estaba en
proceso de construcción desde la resistencia al fascismo y la ocupación
alemana; ya hemos visto cuáles han sido las consecuencias.
Para el
nacionalismo catalán hay nación catalana pero en esa discordancia
Cataluña/Estado español no se considera que haya nación española; existe
para él Cataluña -como estado: un territorio, una cultura, un pueblo,
en la primera mitad del siglo XX se decía también una raza- pero no
España, que sólo es un artefacto estatal y como tal un artefacto de
opresión (en la versión más reduccionista del estado que pueda hacerse y
que no se aplica para el futuro estado catalán, que en la imagen que se
nos ofrece no oprimirá a nadie, por definición).
Que en el nacionalismo
se utilice ese doble lenguaje, esa forma diferente (y antagónica), una
para sí y otra para el otro no es extraño y es lo habitual. Que los que
no son nacionalistas -tan catalanes, españoles, como los demás- también
lo utilice es una clara manifestación de subordinación al nacionalismo, a
la ideología nacionalista, a su relato a su discurso (y no es excusa
que pueda tratarse al propio tiempo de una muestra de pereza
intelectual).
El reconocimiento de la multinacionalidad -algo que yo
sostengo sin ninguna duda- no justifica la negación del carácter de
España como nación, en particular como nación política como la
defendieron los federales. También Yugoslavia era multinacional, pero la
izquierda, los no nacionalistas que lucharon y vencieron al fascismo,
la consideraron y la construyeron como nación frente a los ustachis o
los chetniks
(Matiz y entre paréntesis: “...la realidad
compleja de las identidades nacionales; de ello nos quejamos en
Cataluña, para mí con razón”. Aunque aquí, en .Cat, tampoco se tiene en
cuenta que la propia identidad nacional también está lejos de ser
uniforme. Por lo demás, y como es evidente, el nacionalismo de Estado no
es España).
En síntesis y volviendo al texto del gran
historiador de la UAB: haría bien la izquierda no secesionista (perdón
por el pleonasmo) y la izquierda española en general en usar “Madrid”
para hablar de Madrid; “España” para hablar de España, y “Estado
español” para hablar del Estado español. Los nacionalistas de aquí
siguen con lo suyo: Madrid = Estado español = Pseudopaís de fachas,
zafios y burros.
¿Cómo vamos a reflexionar con pensamiento propio si
hablamos como ellos? ¿El lenguaje no empuja al pensamiento en
determinada dirección? (Un ejemplo reciente: “Hasta el pasado año,
Coop57 ha gestionado un total de 285 préstamos por un valor de 8.442.047
euros.
De hecho, ya cuentan con un total de 759 entidades socias de
servicios -49 de ellas en Aragón- y 3.635 personas socias colaboradoras
-440 en Aragón- entre todas las secciones territoriales en el Estado
español”. De nuevo el Estado. España es palabra prohibida, incluso entre
cooperativistas de izquierda). (...)" (Salvador López Arnal , Rebelión, 21/01/17)
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