14/10/16

Unos señores dicen que quieren convocar un referéndum de secesión para dentro de menos de un año y todavía ni siquiera han esbozado públicamente en un documento las reglas de ese referéndum. ¿Cómo me los voy a tomar en serio?

"Una de las bases de mi crítica habitual al supuesto referéndum que dice proponer el secesionismo ha sido siempre su ausencia de concreción. Todo eso que ahora Puigdemont dice que está dispuesto a pactar, como el quorum necesario o el tiempo que tardarían en volver a repetir el referéndum.

 Del apoyo parlamentario necesario para la celebración no dice nada, porque eso ya se da por supuesto: el que le parece oportuno al secesionismo.

En definitiva, lo que tenían que haber planteado y argumentado hace cuatro años, lo empiezan a plantear ahora, con timidez, sin concretar nada de lo que dicen estar dispuestos a pactar. 

Ello demuestra la pobreza argumental que ha acompañado todos estos años al derecho a decidir y todos los artefactos creados para engañar a quien ha querido creer: ¿más de cuatro años después todavía no son capaces de ofrecerme ipso facto las bases de su referéndum de secesión? (...)

Los del referéndum unilateral  aún no han tenido tiempo de poner por escrito las bases fundamentales por las que se regirían, supuestamente, las reglas de su referéndum. Repito: unos señores dicen que quieren convocar un referéndum de secesión para dentro de menos de un año y todavía ni siquiera han esbozado públicamente en un documento las reglas de ese referéndum. ¿Cómo me los voy a tomar en serio?  (...)

Con relación a una de las múltiples reglas que implica un referéndum de secesión, Albert Branchadell publicaba en el diari ARA un artículo, cuya entera lectura aconsejo (no quiere decir que lo asuma), en que se formula una inteligente cuestión: “Si el referèndum aspira a algun tipus de reconeixement internacional, cal plantejar-se seriosament un quòrum d’aprovació més enllà de la majoria dels vots emesos

 (Si el referéndum aspira a algún tipo de reconocimiento internacional, es necesario plantearse seriamente un quorum de aprobación más allá de la mayoría de los votos emitidos). 

Es decir, que, al margen del apoyo cuantitativo, si no se cuenta con un apoyo cualitativo significativo, el secesionismo se puede olvidar de cualquier reconocimiento internacional.

Este año ya he publicado alguna entrada sobre el asunto (y también en otras ocasiones he expresado reflexiones similares a las de los tres primeros párrafos), pero es mucho más útil recuperar otra reeditada en 2015 (Mayorías de plastilina para una secesión) en que se explicaba (en especial los apartados 2 y 3) cómo el secesionismo había pasado de “la voluntad mayoritaria del pueblo” a una mayoría absoluta parlamentaria pelada para autolegitimar la separación.

Da igual que Branchadell ofrezca en su artículo -y desde la lógica de un referéndum de secesión una argumentación razonable en la que expone diversos criterios cualitativos (y repito: que no cuenten conmigo para ese referéndum).

 El secesionismo NUNCA, repito, NUNCA, estaría dispuesto a aceptar un requisito cualitativo. El secesionismo tiene por suficiente una mayoría simple de votos porque es lo máximo a que aspira: a obtener, en el mejor de los casos, una mayoría coyuntural que querría hacer pasar por definitiva.

Como siempre, los “ofrecimientos” del separatismo tienen trampa. Con lo fácil que resulta desenmascarlos."                  (Cita Falsa, 12/10/16)

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