Iñaki Recarte, en una imagen de noviembre de 2013. / l. rico
"A Iñaki Recarte
ya le habían avisado de que su vuelta a la libertad plena no iba a ser
un camino de rosas, y creía estar preparado para ello. Este exrecluso de
ETA, acogido a la vía Nanclares,
que ha renegado de su pasado terrorista y ha pedido perdón públicamente
a todas sus víctimas, tiene que hacer ahora frente al “rechazo del
entorno de la izquierda abertzale”.
El pasado fin de semana organizó una comida con bertsolaris(improvisadores
de poesía cantada) en el bar que regenta en Santesteban (Navarra), pero
tuvo que cancelarla dos días antes porque los invitados, Amets Arzallus
y Jon Maia, le comunicaron que no querían actuar en el bar de un
“arrepentido”, de alguien que “ha salido de su mundo”.
Es la primera bofetada que Recarte ha recibido de quienes antes le
consideraban un héroe y ahora le tachan de “traidor”. Le apena que “en
los tiempos que corren”, cuando lo que hacen falta son “pasos para
pacificar y entendernos entre todos”, aún pervivan este tipo de gestos
en un sector de la sociedad vasca. “¿Qué me pueden criticar a mí? ¿Qué
he dejado eso, que he pedido perdón? ¿Me van a acusar a mí de tomar una
decisión personal y rehacer mi vida”, se lamenta tras quedarse
“plantado” por los dos bertsolaris.
Recarte estaba “muy ilusionado” con la fiesta que había organizado en
su bar Ekaitza el día 22 de febrero. A través de un conocido, había
conseguido que Amets Arzallus, el último vencedor de la final del
Campeonato de Euskadi de Bertsolaris, celebrada en diciembre pasado,
accediera a cantar en su local en compañía de Jon Maia, elegido por el
campeón como pareja de actuación. Tenía vendidos algo más de 50 menús:
alubias, chuleta y la sesión de bertsos a 35 euros por
comensal.
“Todo iba normal hasta dos días antes. Este conocido recibió
la llamada de Arzallus y le dijo que se enteró de quién soy y que le han
presionado”, explica Recarte: “También le comentó que por él vendría,
pero como le dijeron que yo soy un arrepentido, habían decidido que no
iban a venir por lo que represento y porque soy alguien que ha salido de
su entorno”.
Estas “razones ideológicas” le obligaron a Recarte a suspender la
comida, para la que contaba con el permiso del Ayuntamiento de este
pequeño municipio del norte de Navarra regido por Miguel San Miguel, de
Eusko Alkartasuna (formación que en el País Vasco participa en la
coalición Bildu), a quien Recarte tiene como “un tío majo” que le ha
apoyado “siempre”. “Es posible que Arzallus —natural de Hendaya— no
supiera adónde venía, aunque a mí todo el mundo me conoce en Irún y
Hendaya. Ahora, estoy seguro de que Maia sí sabe quién soy”.
Con 18 años ya militaba en ETA como integrante del comando Mugarri
y fue condenado a 203 años de cárcel por su participación en la
colocación de un coche bomba en 1992 contra una patrulla de la Policía
Nacional en Santander que se saldó con tres muertos y 21 heridos.
Estando en prisión, rompió con la disciplina de la banda terrorista y se
acogió a la denominada vía Nanclares.
Fue expulsado del
colectivo de presos terroristas por condenar la lucha armada de ETA y
reconciliarse con las víctimas. Hace tres años comenzó a gozar de
beneficios penitenciarios —solo iba a dormir a la prisión de Martutene—
hasta que en
noviembre pasado consiguió la libertad definitiva al aplicársele la
sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo que
tumbó la aplicación de la doctrina Parot.
Recarte ha rehecho su vida junto a su esposa y sus dos hijos en
Santesteban, un municipio de 1.600 habitantes a 50 kilómetros de
Pamplona. Allí se gana la vida con el bar Ekaitza, que le va “de lujo”.
De vez en cuando organiza actividades para “dinamizar el pueblo”, como
el concierto que ofreció el cantante vascofrancés Erramun Martikorena.
Su última iniciativa fue la frustrada bertsocomida con Arzallus
y Maia.
El primero es la gran figura de la literatura oral vasca y no
se había etiquetado políticamente, como sucede con la gran mayoría de
los bertsolaris. Maia, en cambio, ha sido colocado por Bildu como asesor de la oficina de la capital cultural europea San Sebastián 2016.
“Yo pensaba que alguien que gana el Campeonato de Bertsolaris tiene
un poco de sentido común y es una persona abierta, pero no debe ser así.
En realidad, ¿a mí qué me tiene que reprochar?, se pregunta Recarte:
“¿Esta es la paz que queremos conseguir? ¿Siempre vamos a vivir con
enemigos? Es ridículo”.
Arzallus y Maia habían aceptado actuar en Santesteban a cambio de 350
euros cada uno “por estar dos horas y comer gratis. No venían a hacerme
un favor a mí”, explica Recarte. “Lo extraño es que esto ocurra en los
tiempos que corren, cuando es el momento de pacificar. ¿Cómo pretende la
izquierda abertzale que salgan los presos? Tendrán que aceptar
la reconciliación, pedir perdón, hacer algo por tantos años abriendo
heridas tan grandes”, añade.
A Recarte le ha sucedido algo parecido al ostracismo que tuvo que
sufrir el cantante Imanol Larzabal, ya fallecido, quien también militó
en ETA siendo muy joven y que, muchos años después, estuvo en el punto
de mira de la banda y fue considerado un traidor por participar en 1988
en un recital en homenaje a Yoyes.
Pese a todo, Recarte reconoce que el pueblo de Santesteban “se ha
volcado” con él: “Aquí no cae bien ese mundo desde que ETA hizo explotar
la discoteca Bordatxo”, un atentado cometido en 2005. “En este pueblo
la mayoría no son de su línea. Es una zona muy euskaldun, pero no
radical.
Hay un dato curioso: no hay ningún preso de ETA”, afirma el
exrecluso. “Cuando hace dos años andaba con la idea de abrir el bar, me
amenazaron con hacerme boicot. Me generaron dudas, pero decidí tirar
para adelante. Esos no vienen, pero tengo mucha clientela”, recalca." (El País, 01/03/2014)
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