"José Antonio Aguirre y Lecube,
líder del PNV, fue desde octubre de 1936 el primer lendakari del
gobierno vasco. En la guerra civil defendió muy mal Bilbao, que casi
entregó a las tropas nacionales y provocó que sus amigos nacionalistas
le llamaran “Napoleonchu”; soñaba con reclutar a 20.000 vascos
residentes en Francia, pero éstos se apuntaron en masa al ejército de
Franco y contribuyeron a romper los frentes de Aragón y Cataluña en 1938
y 1939.
En el mismo Bilbao 5 batallones de Aguirre de pasaron a Franco,
entregándole la orilla izquierda del Cadagua; lo mismo pasó en
Portugalete y en muchos otros sitios. En fin, que gracias a la
incompetencia del nacionalismo cayó el frente del norte; Aguirre era un
crack.
Durante la guerra Aguirre no dudó en traicionar a la República. Su gobierno buscó contactos con los nazis a través de Suiza para establecer relaciones secretas con el III Reich,
pues el racismo nazi era afín al de Sabino Arana, fundador del PNV.
Una
muestra de esta xenofobia se lee en el número de 29 de abril de 1937 de
la revista Euzkadi, órgano del PNV liderado por Aguirre: “podéis desplegar por nuestros valles y montañas toda esa inmunda amalgama de mahometanos negros, protestantes rubios, legionarios sifilíticos y españoles degenerados“.
Además Aguirre intentó firmar una paz separada con Franco,
y viéndose perdido pactó en Santoña con los fascistas italianos para
evacuar su ejército al margen de quienes habían luchado as su lado en
Santander, y huir a Francia; también a traición trataría de convencer a
los ingleses para que montasen un protectorado en el País Vasco.
Acabada
la guerra, Aguirre se trasladó a Bélgica. Allí el cónsul de Panamá,
franquista, le facilita un pasaporte panameño. El plan de Aguirre era
huir a través de un país neutral, y para eso decidió refugiarse
en el corazón de Alemania: Berlín. Allí se da la vida padre en el hotel
Victoria, entre almuerzos y cenas pantagruélicas en medio del hambre canina que pasaban los berlineses
En su libro De Guernica a Nueva York pasando por Berlín el líder nacionalista revela que el primer envío importante de armas que recibió durante la guerra civil procedía de la Hamburgo nazi.
Y nos relata su inigualable coraje durante su estancia en el Berlín
nazi: el 27 de marzo de 1941 fue a la Wilhelmstrasse, ante la
cancillería el Reich, para presenciar la reunión de Hitler con el
ministro de Exteriores japonés.
Había una multitud en la calle aclamando
a Hitler y a Matsuoka en el balcón, y Aguirre cuenta que un
hombre de las SS le dio 2 banderitas, una con la esvástica y otra con el
sol japonés; él las cogió y gritó también. Un valent, escolti.
Tras su huida a los EEUU a través de Suecia, Aguirre fue un agente a sueldo del FBI con el número NY-507-S.
Pero no había nada que hacer: la ONU se retractó de su bloqueo a España
en 1949, y le abrió sus puertas en 1950; los EEUU cerraron acuerdos
estratégicos con Franco en 1953, el Vaticano firmó el concordato ese
mismo año, y Francia cerró Radio Euzkadi en 1954.
Aguirre convocó ese
año un Congreso Mundial Vasco, donde una de sus jóvenes estrellas –Federico Kurtwig- propuso la utilización de la violencia; de ahí saldrían los 1.000 asesinatos de la ETA “por Euskalherría”.
La
mano derecha de Aguirre, Francisco Javier Landáburu, escribió a su
colega Unceta en 1958, inspirado por los inicios de la conquista
espacial: “estamos perdidos en el espacio como un robot americano”.
Dolça i aguirresca Catalunya…" (Dolça Catalunya, 08/06/16)
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