22/3/16

Los gallegos somos soberbios y arrogantes... los catalanes no pueden ser esas cosas tan desagradables, por favor... Ada Colau

"(...)  Un reciente libro sobre la alcadesa Colau incluye esta frase, según el diario El País:
 
"Hay un cierto estilo de Pablo [Iglesias] y el núcleo impulsor de Podemos con el que no conectamos. Me hacen sentir más catalana que nunca. Es una diferencia de estilo, personal y política."  (...)

Hundidos hasta el cuello, fallidos, y esta pobre gente catalana aún tiene los arrestos de sentir-se'n més que mai."         (Arcadi Espada, El Mundo, 21/03/16) 

"HA DICHO Ada Colau, la alcaldesa de Barcelona, que Pablo Iglesias la hace sentir más catalana que nunca. La noticia tuve que leerla dos veces para asegurarme que no aludía a los toqueteos habituales en el partido Podemos. Pero no. 

Está publicada en un libro titulado Ada, la rebelió democràtica, que ha escrito el periodista Joan Serra, y alude al estilo arrogante, personal y político, de Iglesias. Las deducciones están a la altura del pensamiento sociológico de la alcaldesa: mientras que los españoles son arrogantes, los catalanes no lo son. 

La alcaldesa bebe en fuentes contaminadas, pero patrióticas. Al fin y al cabo un versito de Los Segadores, el himno nacional de Cataluña, dice: «¡Vade retro esa gente/tan arrogante y soberbia!» 

De más está decir que esa gente son los españoles. La mísera sinécdoque tiene otro lado, igualmente injusto y lamentable. La imposibilidad de ser catalán y arrogante. Por suerte yo ya me quité: tal posibilidad me habría provocado una inquietud considerable.

En este libro vertebral, Cataluña en España. Historia y mito, que ha escrito Gabriel Tortella con la ayuda de otros autores, se señala como una de las causas del nacionalismo el «desdén y la irritación hacia el resto de España, del que Cataluña dependía económica y políticamente». Es una observación aguda y justa. Y lo más interesante: que se proyecta hasta nuestros días.
Si la expansión del independentismo tiene algo que ver con la crisis, será en la forma retorcida y avergonzada con la que el nacionalismo replica a lo inexorable: el autogobierno catalán ha quebrado (ha fet fallida, en vernáculo) y su restablecimiento verdadero depende de que el Estado se avenga a pagar las deudas. Un nuevo capítulo del inacabable pleito de los siameses.(...)"            (Arcadi Espada, El Mundo, 22/03/16)

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