"(...) No es casualidad que hasta ahora los casos de desintegración de Estados ocurridos a finales del pasado siglo hayan ocurrido fuera de la Unión Europea (así Checoslovaquia o Yugoeslavia).
El problema, y aquí se halla el nudo de la cuestión, es que esto podría empezar a cambiar.
Cuando ganó el no a la independencia en Escocia hubo un suspiro de
alivio en Bruselas. Ahora hay un intento de secesión en Cataluña. De
tener éxito, nadie garantiza que estos ejemplos constituyan excepciones.
¿Por qué? Veamos el mapa y coloreemos poblaciones,
minorías, etnias, religiones, fronteras… La minoría húngara en
Eslovaquia (600.000 en un país con 5.400.000 habitantes) tiene
aspiraciones secesionistas o de volver a la madre Hungría que, a su vez,
mantiene reivindicaciones históricas en la Voivodina y en el Banato.
Lo
mismo ocurre con Bulgaria respecto de los territorios fronterizos que
perdió con Serbia tras la Primera Guerra Mundial. Por su parte, Rumanía
acoge minorías húngaras.
En el Alto Adige italiano vive una mayoría étnica alemana, la Liga Norte anima tensiones separatistas bien conocidas,
después contamos con Irlanda del Norte, Córcega, Flandes, con bretones,
con galeses…
Y, si nos entregamos al festival de rehacer fronteras,
Alemania puede desempolvar las reivindicaciones territoriales de las
suyas anteriores a 1937: sépase que los problemas que podría crear
Alemania serían imposibles de asimilar si un día, animada porque sus
vecinos han cogido el lápiz de rediseñar fronteras, decidiera reclamar
territorios perdidos y que no se contraerían a las regiones de Alsacia y
Lorena.
Pero Alemania no fue la única obligada a encogerse tras la Segunda Guerra:
Finlandia cedió parte de su territorio a Rusia, pago del pecado de su
alianza con un tal Adolf Hitler. Rumanía cedió la Besarabia a la URSS y,
a cambio, recuperó la Transilvania que había pasado a Hungría. Bulgaria
perdió su salida al mar en beneficio de Grecia y Checoslovaquia cedió a
la URSS la región de Rutenia.
¿Se advierte la dimensión de los problemas que crearía aceptar la
ocurrencia de Artur Mas? Aquí no se trata solo de aplicar tal o cual
artículo de los Tratados: estamos hablando de preservar el frágil milagro de la Unión Europea
que estallaría en mil pedazos si se accediera a abrir la caja de
Pandora que significaría discutir sobre las aspiraciones de múltiples y
eternos irredentismos (que, a su vez, crearían otros en una espiral
infinita). Ni más ni menos.
“Es la historia, estúpido”, podríamos
decirle al presidente catalán parafraseando a Bill Clinton. (...)" (FRANCISCO SOSA WAGNER Y JACOBO DE REGOYOS, El Mundo, 22/09/2015)
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