4/11/14

El nacionalismo, que cancela la solidaridad con los pobres no catalanes con la promesa de una mayor solidaridad entre catalanes, no es de izquierdas

"(...) lversión “progresista” del nacionalismo, que cancela la solidaridad con los pobres no catalanes con la promesa de una mayor solidaridad entre catalanes, no es políticamente consistente con los objetivos de la izquierda.


Primero porque, instalados en una dinámica nacional, los nuevos territorios independientes cancelarán las políticas solidarias una vez que no necesiten los apoyos de sus clases populares con el fin de subsistir como "nación": son los “más ricos” (“Cataluña, la Finlandia del Mediterráneo” etc.) y se instalarán en una lógica territorial competitiva igual que el resto de los “más ricos” occidentales,  siempre a costa de sus clases más vulnerables, nunca a costa de sus clases más privilegiadas: no hay nada que pueda hacer pensar en en Cataluña las cosas lleguen a ser de otra forma. 
El reciente congreso de Covergencia Democrática de Cataluña sobre temas económicos apunta claramente en ese sentido.



Segundo porque es altamente improbable que, con su estructura de clases, una Cataluña recién independizada y que lucha por subsistir en medio de un mundo ultracompetitivo en el que desea participar como nación independiente, permita o incluso sea técnicamente capaz de elevar los salarios y favorecer a las rentas más bajas. 
Por mucho que hoy se le hagan concesiones a las clases populares con el fin de acumular apoyos para el proyecto de construcción nacional: la lógica económica y política que hoy manda en el mundo llevará un fuerte desarrollo del sector financiero catalán a costa del madrileño pero, igual que Madrid, arrastrará a toda la nación a una lógica de financiarización en la que no tienen espacio las clases populares, tampoco las catalanas.
 El resto de los territorios del Estado, instalados en una lógica competitiva igual de radical, harán todo lo posible por responder al dumping fiscal, financiero y salarial de los catalanes: la carrera hacia abajo con el fin de atraer inversiones recibirá un fuerte impulso  e incluirá un corrimiento político progresivo de las clases populares hacia el nacionalismo -desde luego en su versión de derechas- tanto al sur como al norte del Ebro.
 Lo que se observa hoy en algunos países del Este se parece mucho más al escenario más probable a lo que haya sucedido en lugares sacados del contexto histórico, económico y geográfico europeo y contemporáneo y que el independentismo progresista utiliza como precedente de referencia. 


Tercero los gastos de la creación de una nueva infraestructura estatal anularán una buena parte del efecto de la  eliminación de las transferencias solidarias a otros territorios del Estado reduciendo o tal vez liquidando completamente el margen material para la distribución secundaria. 
Los gastos financieros destinados a pagar  esta construcción a través del endeudamiento en los mercados financieros, con primas de riesgo importantes y elevados tipos de interés, potenciarán este efecto: se comerán una buena parte, si no toda la riqueza que, creada en Cataluña, se desvía hoy para darle colegios, ambulatorios e infraestructuras a las comarcas más pobres de Canarias y Extremadura. 
Sería un proyecto que acabará cada vez más lejos de los objetivos estratégicos de la izquierda española, catalana y europea en su conjunto. (...)"     (

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