"(...) Estos planteamientos sentimentales, tipo me voy, no, ya no me
quieres, tú me engañas, me dan hiposollozos. Lo que los nacionalistas,
sean estos a pilas o los que van con electricidad, deben meterse en la
cabeza (o ya se lo meterán) es que Cataluña no es solo de los catalanes y
que el Estado español no es el fruto de un pacto confederal donde las
propiedades de cada cuál han quedado perfectamente definidas... antes
del pacto.
La relación de Cataluña con el resto de España es de
naturaleza similar a la de Barcelona con el resto de Cataluña. Tampoco
Barcelona es solo de los barceloneses. Dado que se trata de un problema
de propiedad lo que podrían hacer los nacionalistas es pedir un precio.
El interés que los españoles, catalanes o no, sienten por los
nacionalistas es, como mínimo, igual que la recíproca. Lo único que no
quieren, razonablemente, es que les amputen su territorio: carreteras,
industrias, recusos naturales que han ayudado a construir y a explotar.
Las analogías sentimentales son absurdas. Aquí ya no hay un problema de
personas que no se quieran y toda la boba carraca.
A lo que deben optar,
razonablemente, los nacionalistas, es a pedir un precio por su
participación en el negocio común, cobrarlo, si hay arreglo, y a vagar
luego por el ancho mundo como el judío que llevan dentro, guiados por su
Moisés, y en pos de su Palestina.
Que es lo que hacen los pueblos de verdad." (Arcadi Espada, 02/09/2013)
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