"Lo más asombroso del PSC es la precisión y finura con que ha ido
imitando el movimiento de los nacionalistas conservadores. Todo su tira y
afloja con el PSOE sólo es un calco del propio tira y afloja que
aquellos nacionalistas mantienen con el Estado. En treinta años de
democracia la única idea que los militantes catalanes han aportado al
conjunto socialista es la necesidad de mantener viva la tensión con
Madrid.
No son elucubraciones, sino una afirmación derivada de los
hechos. La voz del PSC jamás se ha oído para diseñar una estrategia
singular y novedosa, una renovación de las maneras de hacer política, un
tema, ¡o aunque fuese un lema!, sobre lo que supone ser socialista y
ser de izquierdas en nuestra época post.
Sólo se ha oído para repetir
con cansina flatulencia queremos-un-grupo-parlamentario-en-Madrid.Como
buenos nacionalistas, los socialistas catalanes sólo gobiernan a partir
de la melancolía: y es que durante algunos minutos de la primera
legislatura democrática tuvieron ese grupo en Madrid. Su 1714. Su
Archiduque. Su Martín Toval.
Desde aquella sentida pérdida vagan por el
mundo incompletos, manqués. Y no olvidan: en el último congreso local
volvieron a plantear la propuesta, aunque un inesperado y mayoritario
sentido del ridículo acabó por rechazarla. La carraca se oyó de nuevo en
el reciente congreso del PSOE.
Habían perdido la secretaría general,
¡pero todavía podían aspirar al grupo parlamentario! Lo más singular es
que a esa reivindicación y a las derivadas le llaman tener voz propia en
Madrid, en otro repelente calco de la lengua nacionalista. Voz propia,
dicen y exigen, aunque jamás se pregunten para qué.
Las aportaciones ideológicas del PSC se reducen a una: demostrar cómo
uno puede ser al tiempo socialista y nacionalista, sin que se le caiga
la cara de vergüenza. No seré yo el que le niegue valor a ese
virtuosismo y a su concreción teorética, aquel mundialmente famoso
federalismo asimétrico que elevó el oxímoron a la más alta región de la
política. Pero al margen de los gambeteos no queda nada.
Si Carmen
Chacón, la otra mañana, en el más importante discurso de su vida, dio un
inolvidable ejemplo de vacuidad política no solo fue porque está lejos
de ser la que le hacen creer que es. También porque, veterana militante
de los socialistas catalanes y aplicada cadete de su escola d’estiu,
exhibió el fruto, inexorablemente borde, de la reflexión politica
llevada a cabo por su partido en tres décadas.
Ese partido, el más
pedante entre sus pares, al que al nacer pusieron de nombre PSC
(PSC-PSOE) y que aún espera, desalentado y sombrío, la imposible
resolución del polinomio." (Diario de Arcadi Espada, 16/02/2012)
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