"Las declaraciones de claro tono etnicista, xenófobo, supremacista y
antiespañol del nuevo presidente de la Generalitat, el Sr. Quim Torra,
han creado, como era lógico y predecible, un gran revuelo en Catalunya, contribuyendo
a una polarización entre los catalanes que se sienten españoles y
aquellos que no, polarización que ha alcanzado un nivel muy acentuado
desde que gobierna en Catalunya una coalición a favor de la
independencia liderada por el partido nacionalista de derechas, hoy
llamado PDeCAT.
También predecible ha sido la respuesta
inmediata del presidente Torra frente al gran rechazo por parte de
amplios sectores de la población de sus declaraciones y escritos.
El
ahora presidente ha intentado minimizar su importancia, alegando que ha
sido malinterpretado, lo cual ha hecho con todo el apoyo
mediático del establishment nacionalista conservador que ha dominado la
vida política e institucional catalana desde casi el principio de la
etapa democrática.
En realidad, tales declaraciones de un dirigente nacionalista de
derechas no hubieran tenido que crear esta sorpresa pues lo que el presidente
Torra dijo está ampliamente asumido en tal establishment nacionalista
conservador, enraizado en la tradición política conocida como pujolismo y
que (a pesar de las maniobras de marketing político, con cambio de nombre incluido) ha
hegemonizado las instituciones gobernadas y/o influenciadas por la
Generalitat de Catalunya durante la mayor parte del período democrático.
La novedad de tales declaraciones no es tanto su contenido sino su forma, pues este etnicismo
chovinista antiespañol ha sido una característica del pujolismo desde
sus inicios, cuando se llamaba “charnego” al ciudadano español
trabajador venido a Catalunya predominantemente de Murcia y Andalucía.
Tal adjetivo peyorativo para definir a personas que vivían en
Barcelona, pero que habían nacido fuera de Catalunya, procedentes del
sur de España, era muy común en la cultura nacionalista de
derechas liderada durante la mayoría del periodo democrático catalán por
el Sr. Jordi Pujol.
El “charneguismo” es un concepto etnicista, xenófobo y supremacista, utilizado por el nacionalismo catalanista de derechas
Es sorprendente que se niegue por parte del establishment
nacionalista catalanista de derechas que las expresiones utilizadas por
el presidente Torra sean etnicistas, xenófobas y supremacistas. El hecho
de que la Real Academia Española no utilice este término no significa
que no exista el concepto. La lengua inglesa, que es más funcional que
las lenguas derivadas del latín, claramente señala que es supremacista
“aquel que cree que un grupo de personas debe liderar o tener el
control sobre otro tipo de grupos de personas porque piensa que son
mejores”.
La línea divisoria que define al grupo de personas
puede ser racial, étnica y/o cultural. Creerse que un grupo de personas
(los charnegos) deben tener menos poder porque pertenecen a otra etnia o
cultura es supremacismo puro y duro.
Vi esta manera de pensar y actuar
cuando a principios de los años sesenta fui médico del Somorrostro, el
barrio de “charnegos”, donde tales trabajadores, recién llegados a
Catalunya, vivían en condiciones miserables en uno de los barrios más
pobres de la ciudad.
La definición de aquellos ciudadanos como
“charnegos” por parte de los nacionalistas catalanes de derechas me
hacía a mí el “médico de los charnegos”, título que era supuestamente un
insulto pero que siempre consideré un honor.
El Sr. Pujol llegó incluso a afirmar explícitamente que los “charnegos” –mis pacientes- tenían
un coeficiente intelectual menor que los catalanes, declaraciones que
más tarde -como ha hecho el presidente Torra ahora- desmereció y por las
que también (respondiendo a la cultura cristiana que caracteriza a la
mayoría de sus dirigentes) pidió perdón-.
En realidad, con la
astucia política que lo definía, Jordi Pujol intentó más tarde cubrir
este flanco y protegerse de la acusación de xenófobo incluyendo en su
entorno a figuras conocidas de habla castellana, como fue Paco
Candel, presentándolos como representativos de la “otra Catalunya”,
supuestamente amigos de la familia nacionalista conservadora.
La preocupación y cautela del Sr. Pujol por no caer en los insultos etnicistas quedaba frecuentemente al descubierto por las declaraciones de su esposa, la Sra. Ferrusola, que mostraba la cara más pura del etnicismo, chovinismo y supremacismo pujolista.
Sus declaraciones cuestionando la catalanidad del candidato (charnego)
Montilla, a raíz de su elección como Presidente de la Generalitat de
Catalunya, eran casi idénticas a las declaraciones más recientes del
ahora presidente Torra sobre la supuesta falta de catalanidad del
presidente Montilla y su idoneidad para ocupar tal cargo.
El patrimonialismo del nacionalismo conservador pujolista
Otra característica del etnicismo del nacionalismo de derechas, relacionado con su supremacismo, fue
su sentido patrimonialista del Estado autonómico que controlaban,
gobernando Catalunya con un caciquismo parecido al caciquismo de la
democracia cristiana del sur de Italia: el clientelismo y la corrupción
han sido siempre elementos claves de esta tradición política (en
realidad es el partido catalán más parecido al PP en España).
Y
tal patrimonio del Estado era una fuente importante de mantenimiento y
sostenibilidad para gran parte de los medios intelectuales catalanes,
pues la gran mayoría de revistas, diarios o cadenas televisivas
con sede en Catalunya estaban subvencionados e influenciados por el
partido gobernante en la Generalitat.
En realidad su propia
existencia dependía de las subvenciones de la Generalitat. Su influencia
era, en el caso de los medios públicos de la Generalitat (como TV3 y
Catalunya Ràdio) de absoluto control (semejante al que el partido
gobernante español, el Partido Popular, ejerce sobre TVE).
Esta era (y
continúa siendo) la Catalunya predominantemente de sectores de la
burguesía (aunque no toda), de la pequeña burguesía y de los pequeños
comerciantes (“els botiguers”) y de amplios sectores de las clases
medias de renta superior, incluyendo sectores importantes de las
clases medias ilustradas (la clase media de educación avanzada) que han
jugado un papel clave en la reproducción de la hegemonía de tal
ideología.
Esta era la Catalunya presentada como la Catalunya real de
composición social variada pero con dominio de las clases sociales de
renta por encima del nivel de renta media del país.
Ni que
decir tiene que también tenía y tiene componentes populares –y muy en
particular en las zonas rurales-, la mayoría de creencias religiosas
católicas. Pero la mayoría de sus militantes y votantes no pertenecen a
la clase trabajadora catalana. Es cierto que algunos dirigentes del
PDeCAT proceden de la UGT, pero más del aparato de la UGT que de las
bases de tal sindicato.(...)"
(Vicenç Navarro. Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universitat Pompeu Fabra, Público, 30/05/18)
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