“¿Hay que ser solidarios sólo hasta que todas las comunidades reviertan a la media? ¿O hay que ser solidarios para siempre? ¿Con independencia de los esfuerzos relativos? ¿Hay que considerar las situaciones específicas de población, localización...? Con tantas preguntas, los políticos se aseguran el empleo para varias décadas. Antes, será imposible encontrar todas las respuestas y, menos aún, conseguir un acuerdo. (…)
Pero, por mucho que se empeñe, no podrá evitar que las balanzas fiscales se conviertan en el combustible perfecto para incendiar el debate sobre la financiación autonómica. Vayamos a él. Lo que subyace en el fondo es nuestro viejo amigo el 'ámbito de decisión' y el reciente interés por definir con precisión los límites de la solidaridad. Los datos publicados, en sí mismos, no desvelan ningún secreto desconocido, pero la gran novedad es que ahora es el propio Estado quien los publica y avala y no un instituto de análisis o una fundación determinada. En resumen y como era de esperar, las comunidades que disfrutan de mayores niveles de renta soportan los mayores déficits, mientras que las comunidades menos ricas disfrutan de los mayores superávits. Con la única y sonora excepción de las dos comunidades con régimen foral, de las que nos ocuparemos otro día. Tanto Euskadi como Navarra encabezamos la lista de los niveles de renta, pero permanecemos en la tibia zona de los saldos nulos. Es decir, somos las dos comunidades menos solidarias entre las que superan la media de la renta.
Empecemos con el 'ámbito de decisión'. A la hora de definir la realidad del ejercicio de la solidaridad en España, los nacionalistas que no tienen Concierto Económico han conseguido que el cálculo se haga y que se haga a nivel de comunidades autónomas, lo cual no es una decisión técnicamente imprescindible, ni políticamente inevitable. La solidaridad se puede medir de muchas maneras y a diversas escalas. Muchos bancos y cajas de ahorro disponen ya de cuentas de resultados individualizadas por cada cliente. Es decir, hoy se podría hacer una balanza fiscal para cada ciudadano y analizar así la solidaridad interpersonal.
También se podría haber hecho a nivel provincial, a nivel municipal... o por barrios. Pero no, se ha decidido hacerlo a nivel de comunidades autónomas, porque eso es lo que alienta el debate, fomenta el victimismo, aflora supuestos agravios y enfatiza eventuales desprecios. Una mezcla perfecta. Pero nunca debemos olvidar que las comunidades autónomas no son sujetos pasivos de ningún impuesto ni reciben ninguna prestación social. Son los ciudadanos individuales quienes pagan los impuestos y perciben las prestaciones sociales. Por eso, lo realmente importante no es saber cuánto paga y cuánto recibe cada Comunidad, sino si sus ciudadanos soportan la misma presión fiscal, en condiciones homogéneas de renta, y si reciben similares prestaciones sociales, en condiciones homogéneas de necesidad. En eso consiste la justicia social entre los miembros de un Estado unido. (…)
¿Cómo de solidarios tenemos que ser y durante cuánto tiempo lo debemos ser? Un debate maravilloso que espero no se quede sólo a nivel de territorios y se extienda también a nivel individual. ¿Qué hay de malo en ello, que diría quien usted y yo sabemos?
¿Hay que ser solidarios sólo hasta que todas las comunidades reviertan a la media? O, como eso es imposible, ¿hay que ser solidarios para siempre? ¿Hay que ser siempre solidarios con independencia de los esfuerzos relativos? ¿Hay que considerar las situaciones específicas de población, localización, etcétera? Estupendo, con tantas preguntas sobre la mesa, los políticos se aseguran el empleo para varias décadas. Antes, será imposible encontrar todas las respuestas y, menos aún, conseguir un acuerdo sobre ellas que dé satisfacción a todos los implicados. Que, por cierto, lo somos todos.” (Ignacio Marco Gardoqui, EL DIARIO VASCO, 19/7/2008. Fuente: Fundación para
¡Tan díficil es ponerse de acuerdo en que un charnego gallego de Santa Coloma y su primo que se quedó en Lugo, tienen el mismo derecho al mismo tratamiento médico! ¡Y a pagar los mismos impuestos que los que tienen su mismo sueldo! Más el de Cornellá, menos el de Lugo, probablemente. O sea, en lenguaje más técnico, a "soportar la misma presión fiscal, en condiciones homogéneas de renta", y a "recibir similares prestaciones sociales en condiciones homogéneas de necesidad".
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