“Hasta yo mismo sufro la agresión del catalán en mis carnes: a mí, que me llamo Gonzalo, me llaman Gonçal, que ya son ganas de despistar poniéndole una coma a la "c".
Y en cuanto a la lengua vehicular en la educación, es claro que los padres tenemos todo el derecho a decidir en qué lengua han de estudiar nuestros hijos. Es más: los padres analfabetos de lengua castellana tienen que tener la libertad de exigir que sus hijos sean analfabetizados en lengua castellana, y los padres antropófagos de lengua castellana tienen todo el derecho a pedir que sus hijos se eduquen en el canibalismo en lengua castellana. Si la lengua vehicular en la escuela es exclusivamente el catalán, los niños no tendrán ninguna posibilidad de aprender castellano, porque cuando lleguen a su casa hablarán con sus padres sólo en catalán, verán la tele en catalán y le darán a la play station exclusivamente en catalán. Situación de por sí agravada por las canguros que les cuidan, todas procedentes de
Sr. Gonçal, no tiene gracia, porque lo que argumenta (que los niños pueden hablar castellano en todos los sitios menos en la escuela) ya lo decían los maestros franquistas “¡El gallego ya lo hablan en la calle y en su casa, en la escuela tienen que aprender el castellano, sino no irán a ninguna parte!” Pues igualito.
Y respecto a cambiar el nombre, menos gracia ¿Cree que alguien tiene derecho a hacerlo, aunque sea en plan de chiste? ¿Acabarán teniéndoselo que cambiar los charnegos, como los portorriqueños en Nueva York, para encontrar un buen trabajo? ¿No sucede ya en el País Vasco?
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