27/3/08

El franquismo vasco

“Me vino a visitar un amigo al rodaje, se quedó en mi mismo hotel de montaña, en un lugar fantástico, con paisajes únicos, con ese lustre de historia antigua… El dueño le dijo a mi amigo: ‘No hace falta que cierre la puerta de la habitación, aquí la gente es honrada. Al que no se mete en nada, no le pasa nada’. Es curioso que ese tipo de frases, tan oídas en el País Vasco, en vez de tranquilizarnos nos produce un verdadero estremecimiento. Porque ésa es la raíz de cualquier dictadura. Ya en el rodaje de Todos estamos invitados, algún transeúnte que lo contemplaba te decía alguna palabra amable, o alguna observación: ‘Ya era hora de que hicieran una película sobre esto…’. Pero al hablar bajaba la voz. ¡A estas alturas! Era una actitud refleja; el temor a que le oyera alguien que pudiera luego denunciarle a los batasuneros. Me recordaba algunas situaciones vividas en la dictadura de Franco. (…)

P. Ese tono o atmósfera permanente en su filme…, ese mirar constantemente hacia otro lado cada vez que se produce una amenaza, un atentado o un asesinato, salvo honrosas excepciones, remite un poco a lo que debió ser la Alemania del Tercer Reich: nadie, al parecer, era consciente del Holocausto. Incluso la tamborrada final podría subtitularse “la noche de los tambores largos”. Y aún más terrible es el hecho de que quienes se comportan así parecen no ser responsables de su actitud, ni se lo plantean. Es como si el subconsciente colectivo se bloqueara ante situaciones indefendibles.

R. (…) Mi primer impulso es hacerla sobre la gente que mira para otro lado mientras otros —no importa si pocos o muchos— son amenazados y perseguidos o asesinados. Y no importa que los amenazados sean pocos o muchos, porque, una vez admitido el principio, ya es sólo cosa de ponerse a ello. Y además sirve de advertencia a todos. En fin, eso es el fascismo. (…)

P. Ya, pero incluso en filmes tan estremecedores como Asesinato en febrero (…)sobre el asesinato de Fernando Buesa y de su escolta Jorge Díez Elorza, ninguno de quienes recuerdan el hecho lo califican de “asesinato” ni hablan de “asesinos”, es como si determinadas palabras no existiesen o el terror fascista estimulara el uso de sinónimos.

R. La corrupción del lenguaje. Se llama “conflicto”, como señala Savater —bueno, Savater o cualquier persona racional—, a lo que es el chantaje del terror. (…)

P. Según parece, hubo gente que se negó a participar en la película…

R. Algunos establecimientos, algunas sociedades nos negaron los locales. Y algún actor me contestó diciendo: “Jo, Manolo, es que yo vivo aquí”. Sí, hay miedo. (Manuel Gutiérrez Aragón: La pistola y el 'txangurro'. El País, ed. Galicia, Babelia, 22/03/2008, p. 35)

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