"Un amigo al que estimo y respeto, me envía una carta publicada en el Diario de Navarra de ayer. Se trata, para mí, de un documento de insondable amargura, que también plantea problemas morales, jurídicos y políticos que se me antojan indisociables.
Vaya un mensaje de respeto y solidaridad con la familia del autor de la carta, firmada con nombre y apellidos:
Un asesino haciendo compras
Recientemente se ha publicado la noticia de que Patxi Zabaleta va a interponer una demanda contra Miguel Sanz. Al parecer, el parlamentario de Aralar se ha sentido herido por algo que dijo el presidente. Me he animado a escribir esta carta al conocer su iniciativa. Lo hago para contarle a Zabaleta el encuentro que tuve el pasado 30 de octubre con Vicente Nazábal, que además de ser su compañero de despacho es el asesino de mi padre, Jesús Ulayar Liciaga.
El episodio empezó cuando mi mujer y yo nos encontrábamos de compras en El Corte Inglés. Vicente Nazábal estaba haciendo lo mismo con su compañera y su hijo, un niño pequeño al que llevaban en un cochecito. Nazábal nos vio y empezó a reírse con desprecio mientras abría las piernas y se llevaba la mano a los testículos. Yo le dije lo mismo que ya le había dicho en otras ocasiones: "Asesino". En el fondo, se trata de una definición. Él insultó a mi mujer y a mí me llamó "Hijo de puta", a pesar de saber muy bien que mi madre -a la que él dejó viuda- falleció el pasado mes de agosto después de dos años de penosa enfermedad.
Entretanto, la compañera de Nazábal gritaba "¡Libertad de expresión!" y nos llamaba "falangistas" y "españoles". Mi mujer le contestó que "españoles a mucha honra" y Nazábal volvió a insultarle, esta vez en vasco. Yo le dije que era tonto, que era el más tonto del pueblo por haberse pasado lo mejor de su vida en la cárcel (17 años escasos).
Pagamos nuestras compras a unos empleados llenos de asombro y ya nos íbamos de allí cuando en las escaleras automáticas volvimos a encontrarnos con la familia Nazábal. Esta vez, Vicente nos hizo una ostensible reverencia para cedernos del paso. No pude menos que llamarle de nuevo "asesino", "carnicero", "verdugo" y "escoria". Nos insultó mientras su compañera retomaba la cantinela de la "libertad de expresión" y amenazaba con denunciarnos.
Es curioso que alguien quiera protegerse (¡) de mi mujer y de mí apelando a la libertad de expresión. Espero que también nosotros podamos emplearla para recordar a quien quiera oírnos que el 27 de enero de 1979, en Etxarri-Aranatz, Vicente Nazábal Auzmendi mató de cinco tiros a un señor indefenso que se encontraba en la puerta de casa con su hijo de trece años. Le ayudaron en el crimen su hermano Juan y otros dos secuaces, como explica con detalle la sentencia 62/1979 de la Audiencia Nacional, fechada el 27 de junio de1980.
En fin, señor Zabaleta: ahora usted también conoce lo ocurrido Y si se sintió herido por unas palabras de Miguel Sanz, confío en que esa misma sensibilidad le ayude a ponerse en mi lugar y en el de tantos otros. Y hasta le pediría que "repruebe" -ya sé que le gusta más que "condenar"- la actitud de su compañero de despacho.
José Ignacio Ulayar Mundiñano, hijo de don Jesús Ulayar Liciaga.” (Fuente: Juan Pablo Quiñonero, 20-11-07)
1 comentario:
Una buena historia de dolor humano. Tragedia, y demás palabras que se usan en estos casos.
Y está en su derecho. Sólo espero que recuerde que también "los otros" han sufrido eso en carne propia.
Y, en muchos casos, y a diferencia de ese antiguo etarra (expulsado de todo el colectivo por haberse arrepentido y buscado otras vías, por cierto) sus asesinos o bien no sufrieron consecuencias o incluso, fueorn indultados.
Ese es ahora un ciudadano libre. Ha pagado veinte de sus años en la cárcel. Eso es justicia.
Entiendo que la familia del asesinado reclame vnganza. Pero eso no cabe en el Estado de Derecho.
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