"¿Alguien se toma en serio a Torra a estas alturas?
El president no ha conseguido ni forzar la dimisión de Xavier Muro, el secretario general del Parlament. ¡No le hacen caso ni los suyos! Y eso que como decía él mismo el pasado 7 de agosto: “hasta aquí podíamos llegar”.
Por no decir la entrevista que ha dado a la ACN, la agencia de noticias de la Generalitat, en dos tomas. Demuestra, de paso, que los medios de comunicación en Catalunya son una simple correa de transmisión del poder. Sobre todo los públicos pero no exclusivamente.
En el primer capítulo pedía una mesa de negociación con Europa
Pero, president, pero si no lo recibe nadie. No sólo eso, como recordaba recientemente Lluís Foix “desde el 2012 no ha habido una visita oficial de un presidente de gobierno a Catalunya" con la excepción del primer ministro de Flandes y el encuentro con el presidente de Eslovenia en Liubliana. Me recuerda el día que mandó una carta a Pedro Sánchez para pedir un “diálogo mediado”, un “referéndum de independencia”, “retirar los cargos” a los presos del proceso y “mediadores y observadores internacionales”. Mando copia también a Donald Trump, el Papa Francisco y hasta al presidente de Andorra. Además de una treintena de jefes de estado y de gobierno
No hay constancia, dos años después, de que nadie haya respondido.
¿Cómo se puede hacer el ridículo de esta manera? Peor: ¿Cómo no se puede ver que se está haciendo el ridículo?
La segunda parte de la entrevista todavía és más triste: "Estaba dispuesto y preparado para llegar tan lejos como los partidos y el Govern quisieran". En el fondo reconoce su fracaso. Que no manda ni sobre los partidos indepes ni sobre el Govern.
Torra pasará a la historia por haber descolgado una pancarta.
Recuerdo otra entrevista. Esta a La Vanguardia. En agosto de hace dos años. Era un mensaje al Supremo: “No aceptaremos sentencias de escarmiento por el 1-0 como si nada”. Lo cual ya tenía truco: aceptaba las sentencias pero no si eran “de escarmiento”. Nada. El Supremo sentenció a los presos -TV3 no paraba de insistir en la coletilla de “a más de cien años” pero era a repartir entre trece- y no pasó nada. Bueno sí: la Generalitat se convirtió en carcelera de los propios exconsejeros de la Generalitat. Ya lo reconoció Lluís Llach en un ataque de lucidez.
Torra ha demostrado que es un cero a la izquierda, que le va grande el cargo. La suya es una M y lleva una XXXL.
El balance legislativo -¡lo dicen hasta en el Ara- es el peor desde la restauración de la Generalitat.
No se le conocen iniciativas excepto la creación de chiringuitos: el Consell de la República, la Oficina de Derechos Civiles, el Comisionado del 155, la comisión de investigación del 155. Yo no soy partidario de valorar un gobierno sólo por su volumen legislativo. Al contrario, más bien por su iniciativa política.
Pero es que tampoco hay liderazgo. Al fin y al cabo lo puso Puigdemont. Y si Puigdemont era malo imaginen el sucesor. Yo creo que lo puso porque Torra no tenía aspiraciones políticas. Ni en sus mejores sueños podía pensar llegar a presidente de la Generalitat.
Lean sus obras cuando lo despiden de Winterthur -tras su estancia en Suiza- y el hombre no para de enviar currículums sin éxito. El día que Puigdemont lo ungió sucesor -aquella foto en Waterloo junto a Elsa Artadi y una estatuilla de la Moreneta- le tocó la lotería ¡144.000 euros al año para un exdirectivo que no quería nadie! Pero si iba undécimo en las listas de JxCat Por delante tenía al propio Puigdemont, Jordi Sánchez, Clara Ponsatí, Jordi Turull, Laura Borràs, Josep Rull, Joaquim Forn, Eduard Pujol, Aurora Madaula y Elsa Artadi.
No se creyó nunca el cargo.
Ya lo dijo en su debate de investidura nada más empezar: “hoy, aquí, ahora, tendría que estar el presidente legítimo de Catalunya, el muy honorable Carles Puigdemont”. Luego hizo una toma de posesión en la intimidad para no incomodar al otro. Más bien parecía un funeral. Y ni siquiera se atrevió a ocupar el despacho oficial. Dijeron que estaba en obras pero cuando en TV3 -otra correa de transmisión- emitieron aquellas imágenes tan artificiales de “quins collons” el hombre seguía en un despacho que no era el del president.
Con el covid se han esforzador los responsables de prensa de Palau -les va el sueldo, incluso el cargo- en transmitir una imagen presidencial.
A mí me llegó al alma el día que, en una entrevista en Rac1, dijo que se había pasado todo un día “buscando batas”. Sin que, por cierto, Jordi Basté pidier aclaración alguna sobre tral cometido. La presidencia de la Generalitat ha tocado fondo. Parecía difícil con Puigdemont aunque empezó con Mas. Pero sí, en política siempre se puede empeorar.
Es una suerte que Torra se agarre al cargo. Y que el hombre se empeñe en no convocar elecciones. Cree que, cuanto más tiempo pase, más posibilidades tiene de recuperación. Los que ya tenemos una edad recordamos a José Montilla, que apuró hasta el final -fueron el 28 de noviembre del 2010- con el resultado ya conocido: pasó de 37 a 28 escaños. Perdió nueve diputados de golpe. Montilla tuvo que irse a casa y el PSC entró en una crisis de la que no sé si se ha recuperado del todo.
Como estábamos todavía bajo los efectos de la crisis del 2008 -en honor a la verdad fue el primero en hablar de "crisis" mientras Zapatero todavía hablaba de "desaceleración"- penso que cuanto más tiempo mejor: a ver si se vislumbraba la recuperación." Se equivocó, claro. Poco tiempo después me encontré a Jaume Collboni en los pasillos del Parlament -entonces era diputado y había sido el director de campaña- y calculaban que entre junio y noviembre habían perdido seis escaños.
Lo único es que Catalunya sigue siendo una democracia cautiva: mientras controlen TV3 y la Ley Electoral falsee los resultados parece difícil la alternancia. La oposición puede aspirar, como mucho, a que la mayoría independentista pierda la mayoría absoluta. Como el famoso pacto a cuatro que permitió a Joan Reventós llegar a la presidencia del Parlament a mediados de los 90. Consiguieron ponerse de acuerdo PSC, ERC, ICV y hasta el PP. Contra pronóstico porque Joan Rigol se las prometía ya muy felices.
Pero a pesar de todo no desesperen: la democracia siempre gana. Y la verdad acaba imponiéndose." (Xavier Rius, director de e-notícies, 19/08/20)
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