28/7/20

Xavier Rius: Los daños del proceso a las instituciones catalanas son, de momento, irreparables. Empezando por la propia presidencia de la Generalitat.

"Los daños del proceso a las instituciones catalanas son, de momento, irreparables. Empezando por la propia presidencia de la Generalitat. Antes, para ser presidente, había que haber hecho algo importante en la vida.

Pujol estuvo en la cárcel bajo el franquismo.
Maragall hizo los Juegos Olímpicos.
Montilla fue ministro de Industria y alcalde de Cornellà. Personalmente valoro más lo segundo que lo primero. Para ser ministro basta la confianza del presidente del Gobierno pero para ser alcalde hay que salir elegido. Además cuando llegó -me lo contó un día él mismo- el ayuntamiento estaba en quiebra técnica. Y ya puestos hasta Mas hizo méritos. Se pasó siete años de travesía del desierto aunque visto el resultado final no aprendió nada.

Pero ¿y Puigdemont qué hizo? ¿Y Torra?

Nada. Fer bullir l'olla. Marear la perdiz. Es como el Parlament.

Aquí la degradación quizás empezó con Ernest Benach, que fue conocido por ir con un pinganillo al palco del Camp Nou para no perderse detalle del partido. El día que salió elegido el currículum tenía tres líneas de actividad laboral al margen de la política: “En 1979 entró a trabajar en la Dirección General de Transportes de la Generalitat y al cabo de unos años pasó a la Dirección General de Joventut”. Para acabar de llenar el folio y medio de biografía oficial tuvo que destacar que había participado en un grupo de escoltes -versión catalana de los boy scouts- y había sido cap de colla de los Xiquets de Reus.

Luego vino Núria de Gispert. El día que salió vestida de hada en la contraportada de El País pensé que había algo en la azotea de tan venerable señora que no funcionaba. Su trayectoria después corroboró esa impresión inicial como cuando invitó a Inés Arrimadas -entonces representante del partido más votado- a largarse de Catalunya. Y no una sino dos veces. Núria de Gispert tiene el triste record de ser el primer expresidente de la cámara reprobado por la propia cámara.

Aunque quizás la degradación definitiva del Parlament se confirmó en los plenos del 6 y 7 de sepitembre del 2017 cuando se aprobaron con nocturnidad y alevosía las leyes de referéndum y de desconexión. La mayoría pasó literalmente por encima de los derechos de la minoría saltándose todas las leyes, reglamentos y recomendaciones.

A mí -que estaba en el hemiciclo cubriendo el acto con los fotógrafos- se me puso la piel de gallina escuchando el discurso de Joan Coscubiela. Gracias, Coscu.

Pero la cosa no ha dejado de empeorar desde entonces como cuando irrumpieron en gritos a favor de los CDR detenidos. Aquello parecía un campo de segunda división. Ya sólo faltaba insultar al árbitro.
Sin olvidar -como resumen final de esta degradación de las instituciones- el triste espectáculo de ver un exdiputado de la CUP, un antiguo cantante, una actriz y una activista por la lengua colgando una pancarta en el balcón más sagrado del Palau de la Generalitat. El mismo al que se habían asomado Macià, Companys, Tarradellas, Pujol y hasta Zapatero. Se pasearon como Pedro por su casa sin que ni siquiera los Mossos velaran por la seguridad del edificio. Yo estuve a punto de pedirle a la consejera Budó que valía alquilar el citado balcón.

Pero voy a hacer un último comentario: la degradación de las instituciones empieza por la degradación de la política.

Y tengo grabada todavía la imagen de los plenos del Parlament de los 7, 8 y 9 de julio del 2015. Entonces todavía no nos habíamos dado el batacazo y Catalunya se dirigía a toda velocidad hacia la independencia. Al menos en teoría.

De hecho Junts pel Sí se presentó unas semanas después -el día 20 del mismo mes- en la terraza del Museo de Historia de Catalunya. Como era el penúltimo antes de las vacaciones era lo que se denomina un pleno escoba: intenta aprobarse lo que ha quedado pendiente del período de sesiones.

Pero los periodistas, en los pasillos, prestábamos más atención a si la futura lista sería con políticos o con sociedad civil. Y si finalmente Mas la encabezaría o no. Yo pensé por primera vez que se habían vuelto locos: ¿Los políticos qué eran? ¿extraterrestres? ¿acaso no tenían cabeza, brazos y piernas como el resto?

Si nuestros propios diputados cuestionaban de esta manera la actividad política el prestigio debía estar por los suelos. El resultado es conocido, Raül Romeva encabezó la lista, Mas fue cuarto pero unas elecciones que anunciaron como plebiscitarias se quedaron cortas. A pesar de ello se empecinaron en el error.

Apenas cuarenta años después de haber recuperado el autogobierno lo lanzaron todo por la borda. Y sin plan B."                  (Xavier Rius, director de e-notícies, 24/07/20)

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