"(...) En la pequeña república báltica, el idioma es todavía hoy uno de los
factores que más fomenta divisiones entre la población letona y la
comunidad que usa el ruso como lengua franca. Hace más de 25 años que
las tropas soviéticas abandonaron los estados bálticos. Pero, en su
mayoría, la población de habla rusa se quedó.
Hoy, a medida que crece el
conflicto latente entre los tres estados bálticos y Rusia, aumentan
también las tensiones entre la población local y los cientos de miles de
habitantes que se instalaron allí durante el dominio soviético y sus
descendientes. Junto a la frontera con el gigante vecino, donde se
concentra la minoría rusa, los temores de convulsiones al estilo de
Ucrania son aún más evidentes. (...)
A pesar de tener madre rusa, Kristina Kallas, la directora de la
Facultad de Narva, se considera estoniana y, por eso, aquí es ella la
minoría. De semblante serio, incluso cuando sonríe, la académica refiere
como principal obstáculo a la convivencia la "segregación geográfica"
que divide a las dos comunidades. Tanto en Estonia como en Letonia, la
población rusa (alrededor del 30% de la población) está concentrada en
las regiones este, junto a la frontera, mientras en las capitales
–Tallinn y Riga– los ruso étnicos son prácticamente la mitad de la
población.
Kallas encabeza el recién creado partido Estonia 200, que se prepara
para concurrir por primera vez a las elecciones legislativas que tendrán
lugar el próximo año. Para fomentar la integración de las dos
comunidades, no tiene dudas: “Es necesario abolir la división en las
escuelas. Hoy los niños frecuentan una enseñanza diferente según la
lengua que se habla en casa. Queremos acabar con esta separación”. (...)
En Letonia, la sensación entre la comunidad ruso étnica es similar.
“Estamos aislados dentro del país donde vivimos”, acusa Alexander
Kuzmin, miembro de la Comisión de Derechos Humanos, que se dedica a la
defensa de la minoría de origen ruso que reside en el país. Le preocupa
en particular la situación de los llamados no ciudadanos: cientos de miles de personas que siguen sin acceso a la ciudadanía letona por no dominar el idioma.
El trato dado a las minorías rusas en Estonia y Letonia es una de las
principales armas arrojadizas utilizadas por los medios de comunicación
con sede en Moscú contra los países vecinos, que acusan de rusofobia.
Esta semana, el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov,
recordó la situación de los apátridas en los Estados Bálticos, pocos
días después de que Vladimir Putin volviera a manifestar todo hará para
“proteger los derechos de los compatriotas que viven fuera de Rusia”.
Desde que estalló el conflicto armado entre Ucrania y los rebeldes
separatistas pro-rusos en el este del país, en los tres estados bálticos
se propaga el temor de que un enfrentamiento semejante pueda alcanzar
la región. (...)
Sin embargo, el escenario junto al Mar Báltico es distinto del que se
vive en Ucrania. “Los rusos de Estonia no tienen interés en unirse a
Rusia”, cree Kristina Kallas. Asumiendo que las divisiones entre las dos
comunidades son “aún mayores hoy que en los tiempos de la Unión
Soviética”, la responsable considera que la minoría rusa en Estonia está
principalmente interesada en “ganar poder y derechos”. Stefano
Braghiroli, investigador de la Universidad de Tartu, en Estonia, también
rechaza el carácter separatista de la comunidad: “La mayoría de los
rusos que viven aquí piensan en Estonia como su casa. Pueden criticar al
Gobierno, pero no quieren vivir en Rusia, porque los estándares de vida
en los Estados bálticos son superiores”. El propio Alexander Kuzmin
subraya que a pesar de que el “sentimiento de desánimo” dentro de la
comunidad ruso étnica es fuerte, estos desean sobre todo ser tratados
con “igualdad” dentro de una Letonia independiente. (...)
En las tensiones entre las dos comunidades, la lectura del pasado sigue
jugando un papel fundamental. Dependiendo de quién habla, el Ejército
Rojo puede ser visto como libertador o como opresor.
“Hay un negativismo en relación a la comunidad rusa porque esta
comunidad fue creada durante la ocupación soviética y esos son los
tiempos más negros que podemos recordar”, admite Kristina Kallas. La
migración masiva ocurrida durante los casi 50 años de dominio soviético
se ha sentido como un tsunami: “Los rusos pasaron de representar el 5%
de la población al 35%”, señala, y añade que no logra vislumbrar aún una
reconciliación entre las dos comunidades: “Será muy difícil porque los
rusos que viven en Estonia no aceptan el relato de que el Ejército Rojo
fue asesino porque ellos vinieron aquí con ese ejército. Sería admitir
que ellos formaron parte de un régimen criminal y que su presencia es
ilegal".
Para la comunidad ruso étnica la lectura de la historia reciente es
bastante diferente. “El relato oficial dice que los países bálticos
fueron ocupados por dos sistemas totalitarios, nazi y soviético. Pero no
es correcto equiparar la represión de esos dos regímenes”, argumenta
Alexander Kuzmin. En el período que siguió a la muerte de Stalin, hubo
progreso: “Era un régimen no democrático, pero a un nivel diferente:
muchas de las personas que fueron deportadas pudieron regresar”, señala
el activista, lamentando que en Letonia se quiera olvidar todo el legado
soviético. (...)" (Marïa Joao Morais, CTXT, 02/01/19)
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