"Es sabido que el independentismo no es un movimiento homogéneo, aún más, en su seno surgen de tanto en tanto constantes contradicciones,
sobre todo a título personal. No se trata de reflexiones metafísicas,
sino de paradojas cotidianas.
Uno de los signos que muestra esas
contradicciones irresolutas es el extendido uso de unas conjunciones y
no de otras, sobre todo cuando esas conversaciones no están
estrechamente vigiladas.
Por ejemplo, comentarios como “sóc independentista però t’estimo” o “sóc independentista però et respecto” revelan la enorme tensión emocional
en la que vive el o la que utiliza dichas expresiones, cuyos
significados se oponen.
Aunque, es cierto que en catalán la conjunción
“però” tiene también una significación concesiva que no existe en
castellano, la usada para justificar esa contradicción es la versión
adversativa con la que marcan, sin necesidad de ocultarlo, la oposición
entre lo que son y lo que sienten hacia el otro.
¿Cuál es el obstáculo que les impide decir “soy
independentista y te respeto”? Tarea ardua sería descifrar ese universo
mental que prefiere usar una conjunción adversativa antes que una
copulativa. ¿Acaso el nacionalismo es un movimiento con cierto trastorno
de desdoblamiento de personalidad? (...)
Siendo más mundano, ese uso del “però” quizás
corresponda al típico y vulgar perdonavidas que no tiene problema alguno
en manifestar su complejo de superioridad.
El riesgo a ser reconocido como débil o ser señalado como diferente y, por tanto, contrario a la tribu
ha extendido durante décadas el mirar para otro lado. Incluso, en el
caso de muchos militantes, votantes y algunos dirigentes del PSC les ha
llevado a convivir con fanáticos y supremacistas
en sus mismas filas o a compartir proyectos, aun a sabiendas que en lo
fundamental no eran comunes. Entre tantas muestras exultantes de sentido
catalanismo ha habido mucho disimulo.
Ese ha sido el primer y gran triunfo del nacionalismo con su discurso supremacista
y sus prácticas segregacionistas: la ocultación en público de la
disidencia, con la anuencia misma de los disidentes.
El uso del “però”
es el reconocimiento en el espacio corto (y casi privado) del
enmascarado. Sabemos que no eres de los nuestros pero te perdonamos, insinúan decirte mientras te dan la mano o la posan sobre tu hombro.
Cataluña es una sociedad enferma que
roza la locura, en la que el independentismo marca al adversario para
exorcizar sus propios fantasmas. Decía Petronio que con los locos hay
que hacerse el loco, si no quieres quedarte solo. El miedo a la soledad o
a quedar excluido ha arraigado con fuerza de arriba abajo y de derecha a
izquierda. (...)" (Manuel Peña Díaz, Crónica Global, 14/05/19)
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