"(...) Al modo de Vargas Llosa con Perú, usted en el libro se pregunta “¿Cuándo se jodió Cataluña?”. Y bien, ¿cuándo fue?
En realidad, nunca hubo un momento. En literatura se
tiende a buscar el instante, pero en la vida real es un proceso.
Desempeñó un papel muy importante Pujol, que fue el gran capo de la
sociedad catalana durante muchos años. Y además con una característica
muy singular: creó el banco antes que el partido. Por lo general,
primero fundas el partido y luego el banco. Pero hacerlo a la inversa es
algo insólito.
Y él primero creó Banca Catalana y luego Convergència.
Al final, ambos proyectos han acabado yéndose al garete. Pese a ello,
para los promotores de la empresa ha sido un beneficio suculento. Les ha
permitido tener el monopolio político y esquilmar las arcas públicas
durante casi dos décadas.
El libro arranca con su despido de La Vanguardia,
que para usted evidencia la falta de libertad de expresión en Cataluña.
¿Cree que es peor la situación en esta comunidad que en el resto de
España?
Ciertamente, en ningún lugar de España se pueden
tirar cohetes. Lo que se ha hecho en Cataluña es parecido a lo que se ha
hecho en Madrid. Los vasos comunicantes entre los medios de
comunicación catalanes y los del resto de España han sido muy grandes. (...)
Hasta La Vanguardia terminó
entregada al Govern: en catalán y hecha a medida. En definitiva, las
inercias de la prensa catalana son muy parecidas a las españolas pero en
grado superlativo.
En 2017, solo un 12% de los catalanes se declaraba de derechas, la mitad de la media española. ¿Le parece creíble?
Lo que ocurre en Cataluña siempre me ha dejado
perplejo. Recuerdo que en una de mis primeras visitas a Barcelona al
comienzo de la transición la izquierda estaba debatiendo sobre los
países catalanes. Me pareció absolutamente alucinante. A mí me dicen que
la izquierda en Madrid está debatiendo sobre la hispanidad y salgo
corriendo. Y sin embargo aquí se hacía y se sigue haciendo. Son asuntos
de un carlismo no superado.
Por otra parte, esa mezcla de posmodernidad con reaccionarismo tan
propia del nacionalismo catalán se asemeja mucho al discurso de Abascal.
Y es que entre Abascal y Torra hay muy pocas diferencias, por no decir
ninguna. Sin embargo, a Abascal se le ubica en la extrema derecha —con
razón— y a Torra en el catalanismo radical. Pues no: la extrema derecha
en Cataluña es Torra. Y nada más. (...)" (Entrevista a Gregorio Morán, El Catalán, Óscar Benítez, 28/06/19)
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