"(...) Como activista y líder vecinal --fue presidente de la
Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona-- vio emerger la
figura de Ada Colau al frente de la PAH. Federalista convencido, no quiere que Ernest Maragall ni ERC dirijan el Ayuntamiento, y recomienda a la todavía alcaldesa que acepte los votos de Manuel Valls
para seguir al frente del consistorio barcelonés. Y que se aleje del
independentismo porque, asegura, no es una idea progresista.
-¿El procés ha pasado factura a Ada Colau?
- Sí, a todo el mundo. Al PSC ya le pasó y ahora le
pasa a los comunes, que han tenido una dificultad de definir su proyecto
estratégico. Su ambivalencia con el procés lo hace difícilmente identificable. Los votos que han determinado que Ada Colau no ganara la alcaldía
son los que ahora han vuelto al PSC en los barrios populares de
Barcelona.
No por inversión social, ni por castigo a la gestión
municipal, sino por crítica o desconfianza a su ambigüedad en el tema nacional.
El discurso del PSC era más claro en esto: no quería de ninguna manera
que Barcelona estuviera gobernada por un líder independentista. Se han
perdido muchos votos en esos barrios, que además son los más difíciles
de movilizar.
Uno de los desafíos de los comunes en esta nueva etapa, si
la sentencia del Supremo lleva aparejada la convocatoria de unas
elecciones autonómicas, es definir un posicionamiento claro en la
cuestión nacional.
Por eso es determinante, y espero que lo hagan, que
los comunes opten por un gobierno Colau-Collboni, porque es enviar un mensaje claro: no habrá connivencia con la aventura procesista. El único gobierno de izquierdas viable es entre los comuns y el PSC, y eso implica aceptar los votos de Manuel Valls para la investidura. (...)
-¿Qué cree que hará Colau? Manuel Valls le ofrece sus votos para la investidura a cambio de nada...
-Supongo que lo está sopesando. Tiene mucho instinto
político. Esperemos que acierte y su entorno también. El debate que se
ha instalado es lógico, todo tiene sus costes. Pero aceptar los votos de
Valls es pura democracia política. No son menos progresistas o menos
legítimos sus votos que los de ERC. Están ahí porque una parte de la
ciudadanía los ha votado. Y no es un pacto de gobierno. Valls está
haciendo una jugada muy inteligente. Haga lo que haga Ada, él queda como
un señor. No es inocente.
Ha entendido que no puede jugar la carta de
ser un muñeco de Ciudadanos. Ha sabido leer que su mal resultado es
porque Cs fue a la manifestación de la plaza de Colón de Madrid. Ha sido
primer ministro y la República francesa enseña mucho a hacer política.
No tiene que haber ninguna reticencia a aceptarlo y saber que forma
parte del juego de la política. Lo otro es entender que la política es
una especie de cosa purista. Es como decir: "no queremos estos votos
porque no nos gustan".
Lo que nos ha de gustar o no es el destino de la ciudad, si está en manos de unos u otros. La gente que vota socialista o comuns
se pregunta: "¿A qué estáis esperando, qué manías tenéis?". Porque
intuyen que lo que hay en juego es eso, y no una parafernalia como de
patio de escuela, prepolítica, de "este me gusta o este no, o me da
miedo"...
-¿Y por qué parecen tan reticentes a aceptar esos votos de Valls?
-En el fondo, este miedo y estas reticencias de
algunos a aceptar los votos de Valls es la presión del marco mental del
independentismo. Han generado la idea de que todo lo que tiene que ver
con la independencia es legítimo. Ellos pueden hacerlo todo. Y todo lo
que no esté dentro de este marco es sospechoso casi de protofascismo, o
de no democrático. Ellos pueden investir a un carlista como presidente
de la Generalitat con votos de izquierda y la supuesta extrema izquierda
y no pasa nada.
Pero que tú formes tu propio programa y un gobierno de
izquierdas y te vote un partido de centroderecha parece que sea un
pecado mortal. Ese ha sido el gran triunfo del procesismo.
Come la moral. Quien instala su relato dominante, gana. Si Ada toma,
como esperamos muchos, la decisión de decir: "formo un gobierno con
Collboni y salimos adelante", es enfrentarse a ese relato.
-¿Qué pasaría si Colau rechazara los votos de Valls y dejara la alcaldía a Maragall?
-El problema no es hacer alianzas con Maragall o no,
sino conservar el poder o cederlo. La gente lo leerá así. Si no haces
todo lo que puedes y está en tus manos, la gente no entendería este
abandono del gobierno municipal más que como una cesión, o como una
connivencia con el procés.
Se leería así, por parte de la gente que ya ha hecho una advertencia
seria en las municipales con este desplazamiento de votos por este
motivo.
Y sería dramático para el futuro del proyecto político de los comuns. Nos jugamos mucho con esta decisión. Espero que se imponga el seny,
y que pese a todas las presiones y temblores de piernas, acabe
apostándose por la salida más razonable y la que corresponde más al
sentimiento mayoritario de la sociedad. (...)
-¿No ve viable entonces un gobierno municipal conjunto de Maragall y Colau?
-No se les puede arrastrar a la izquierda. ERC tiene
una fuerza organizada y un objetivo claro. Nuestro espacio está en una
situación de debilidad frente a ellos. En regidores, en territorio, en
presencia mediática, en la Generalitat… la correlación de fuerzas es
desigual. No puedes conducirlos a hacer otra política.
Al contrario,
sería el abrazo del oso. Y el discurso de Maragall después de las
elecciones fue que quiere convertir Barcelona en centro de agitación procesista.
Aparte de que Maragall representa unas prácticas muy liberales: fue de
los consejeros más derechistas del Tripartito. Su ley de Educación
generó cuatro huelgas generales. El objetivo de ERC está subordinado al procés y a la lucha por la hegemonía. ERC ha tenido un resultado impresionante en las municipales, pero en las europeas ha ganado Puigdemont.
Su lucha por la hegemonía no está resuelta. Y ese es un motor de
desestabilización en Cataluña y España. Un gobierno de ERC en Barcelona
estaría constantemente condicionado por esto. Las políticas de ciudad y
la gestión serían secundarias para ellos.
-¿Ve a Maragall como próximo alcalde?
-Espero que no. Sería un problema grave, porque
situaría Barcelona, con todo su potencial y su proyección internacional,
como una plataforma para una próxima embestida secesionista, una nueva
aventura para nuevos episodios de tensión institucional. Es algo
objetivo, no demonizo. No quiero decir que no se puedan llegar a
acuerdos con ERC. Sino, políticamente, el papel que jugaría una alcaldía
de ERC en estos momentos y en este contexto político.
-¿Cuál es la salida en los próximos días?
-La decisión está en manos de los dirigentes de los comuns.
Espero que sopesen los pros y los contras. Cualquier opción tiene sus
costes. Un gobierno Colau-Collboni, aceptando los votos de Valls, tiene
el coste que todos se imaginan. Al minuto siguiente de aceptar esta
perspectiva, la división mediática Ítaca se lanzará por tierra, mar y
aire, y tendremos a TV3, Catalunya Ràdio y los otros diarios
subvencionados hablando de “traición nacional”, “botiflers” y todo lo
que puedas imaginar. Gabriel Rufián repartirá sus monedas de plata en
Twitter… si hubiera una república, lo nombrarían gobernador del banco de
Cataluña.
La responsabilidad democrática de las izquierdas pide tener
la capacidad de aguantar esta embestida y apostar por una reconducción
del conflicto. (...)"
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