12/2/19

Y dijo el director de TV3 Miquel Puig Raposo: Si al público le gusta eso... ¡Es que se llama Buenafuente Moreno! ¡Es que tenemos que hacernos cargo de que tenemos el país que tenemos! ¡Es lo que hay!... la añoranza de “tener” un país donde la gente se llamase Eiximenys y Cuturull, y Comaverruga y Casamitjana...

"(...) De nosotros siete, el escritor de más “altos vuelos”, con diferencia el más famoso, era Baltasar Porcel, que tenía el firme propósito de que la tele le pagase un largo viaje por las islas del Mediterráneo, so pretexto de que el Mediterráneo es la cuna de la civilización y por tanto de Cataluña, y aquí y allá, en todas las islas y costas, hay huellas de la presencia catalana. En realidad, comprendí luego, la reunión trataba de eso, del viaje de Porcel. Éste se quejaba:

(...) -Y ése que sale continuamente... , que se llama Delafuente, o no sé qué, que hace chistecitos que no tienen maldita la gracia, ¿a quién  le interesa? ¿De verdad que hay alguien que siga esas tonterías? Yo lo sacaría.

El director de TV3, que se llamaba Miquel Puig, respondió:

-Hombre, Baltasar, La cosa nostra tiene un share estupendo, tiene un éxito consolidado --dio algunas cifras: el programa de Buenafuente era un éxito, quizá el más visto de TV3. A Porcel eso le parecía chocante.

-¿El más visto? Ah... Pues tiene un nivel... demasiado bajo. Y no tiene ninguna gracia, todo es jiji-jaja. Superficial. Tonterías. Yo a ese Buenafuente lo sacaría, en su lugar pondría debates culturales, no sé, algo que tuviese cara y ojos. ¿A vosotros os gusta ese tío? (...)

Alguien dijo que no se podía negar que el cómico aquel tenía gracia. Que conectaba con el público...
-¡Pues habla un catalán horroroso!, sentenció Porcel. -Si al público le gusta eso...
-¡Es que se llama Buenafuente Moreno! --exclamó Puig, alzando un poco la voz, por primera vez-- ¡Es que tenemos que hacernos cargo de que tenemos el país que tenemos! ¡Es lo que hay!

Siguió la conversación por otros derroteros y yo me quedé pensando si nadie más se había dado cuenta de las reveladoras implicaciones de aquellas frases que me habían sentado como una bofetada: el país que “tenemos”, la importancia de los apellidos evidentemente charnegos, el paternalismo un pelín exasperado, el recurso al siempre decepcionante principio de realidad, y la implícita añoranza de “tener” un país donde la gente se llamase, por ejemplo, Eiximenys y Cuturull, y Comaverruga y Casamitjana...  (...)

Al cabo de dos años, los convergentes despidieron a Puig porque no le bailaba el agua Artur Mas lo suficiente. Por cierto que se llama, de segundo apellido, Raposo, su madre era o es madrileña. Lo cual desde luego hace aún más formidable aquel "tenemos el país que tenemos". Unos años más tarde, algunos de los que estábamos en aquel despacho habían muerto; pero otros seguimos más o menos vivos. 

Diecinueve años más tarde, Puig se ha convertido en lo que ya era in nuce, o sea un nacionalista lo bastante desquiciado para ser contertulio en el programa de Xavier Graset… Y Buenafuente, aunque en otra televisión y en castellano, sigue siendo “lo que hay”.      (Ignacio Vidal-Folch, Crónica Global, 05/02/19)

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