"La relación entre el nacionalismo y la izquierda siempre ha sido conflictiva. (...)
Aunque exista una diferencia entre nacionalismo e independentismo que,
por ejemplo, afecta a sectores de la CUP, anticapitalistas, o de la
anterior dirección de Podem (A. D. Fachín y su
equipo), su participación en la dinámica de confrontación
independentista ha estado subordinada al proceso de antagonismo
nacionalista impulsado por Puigdemont.
(...) la mayoría de esos sectores se declara formalmente ‘internacionalista’,
no nacionalista, y su proyecto dicen que es anticapitalista o
revolucionario: ya sea desde el enfoque leninista de la revolución por etapas,
una primera democrática y otra segunda socialista, o para aprovechar el
(supuesto) eslabón débil de la cadena imperialista de la UE. (...)
Pues bien, su estrategia está fundamentada en un error
analítico favorable al voluntarismo y una actitud seguidista tras el
nacionalismo, verbalmente rupturista con el Estado, pero con un poder
institucional regresivo y exclusivista que queda embellecido.
No está claro que una República
catalana hegemonizada por la derecha neoliberal esté más cerca de la
revolución social, incluso de un Estado de bienestar más avanzado. Ni
que la prioridad independentista y el antagonismo identitario genere
unos valores y vínculos solidarios y una experiencia compartida para
incrementar la relación de fuerzas para vencer a las derechas y generar
la capacidad conjunta para avanzar en un Estado renovado y plurinacional
más justo y, en todo caso, democrático.
Ni que la acción
propagandística para construir realidad política transformadora sea
asimilable y capaz de contrarrestar la acción discursiva del gran poder
mediático y cultural del bloque neoliberal que dirige el
independentismo.
O sea, si el procés
independentista, para la derecha neoliberal catalana, es una dinámica de
afirmación de su poder de clase frente al Estado y contra el riesgo
popular de desestabilizar su hegemonía, la versión izquierdista del procés
pretende independizarse del Estado para, seguidamente, desbordar a su
derecha nacionalista neoliberal. Hasta ahora es más demostrable lo
primero que lo segundo. (...)
Aparte de la dificultad de que sea factible la
independencia, queda por demostrar el realismo y la coherencia de ese
supuesto paso, como positivo o transitorio para pasar a la siguiente
fase de desplazar a las élites nacionalistas neoliberales y sustituirlas
por la auténtica representación popular que dirija un proceso hacia una
República socialista.
Incluso si ese primer proceso diese indicios de
desestabilización social o rebelión popular abierta se enfrentaría al
objetivo principal del bloque de poder independentista: reforzar su
hegemonía de clase dominante. En todo caso, desde un mayor aislamiento
nacional todavía sería más difícil superar las constricciones fácticas y
económicas, estales, europeas y mundiales.
Desde luego, las diversas experiencias históricas de
enlazar la lucha democrática o de liberación nacional con procesos
revolucionarios pro-socialistas no tienen nada que ver con la situación
catalana. Ni la posibilidad inmediata de construir una democracia
socialista en el actual corazón europeo capitalista.(...)
Las clases dominantes tienen un gran control del poder económico e
institucional (el Estado, que solo parcialmente es un instrumento
neutro). Necesitan legitimación social y ahí tiene un papel crucial su
capacidad para inculcar su relato, mantener su hegemonía cultural y su
versión del sentido común. (...)
No obstante, las capas populares, sin casi control económico ni de poder
gubernamental e institucional (o muy poco y periférico como la
representación parlamentaria, la gestión de algunos municipios y la
participación, cogestión o gobernanza dependiente en algunos organismos y
empresas públicas…), tienen que construir ese (contra)poder relacional,
esa capacidad transformadora y de influencia que deviene de su
masividad cívica y su posición activa y democrática en las relaciones
sociales, político-electorales y económicas.
La vía ordinaria es acceder
al poder institucional por la legitimidad democrático-electoral, con
los discursos y programas representativos de su base social. Pero como
están más en desventaja en las relaciones de poder, deben contrapesarla
con mayor participación y activación democrática que la simple expresión
electoral. (...)
En definitiva, para las capas dominantes la actividad
cultural, discursiva o mediática es un complemento a su poder efectivo, a
efectos de cohesión nacional y legitimación social. Es lo que,
hábilmente, ha sido capaz de desarrollar la derecha independentista. Y,
en otro sentido, las nuevas derechas extremas (empezando por Trump) o
los nuevos centros (Macrón).
Para las capas populares, ante la ausencia de poder
económico-institucional alternativo, la subjetividad es todavía más
importante, en la medida en que la integran en sus vidas, porque es una
vía para conformar sujeto de cambio y fuerza sociopolítica. Pero con una
función más compleja y difícil, así como con la exigencia de insertarla
en las condiciones, experiencias y cultura de la gente.
Las ideas y
sentimientos deben estar conectados e incorporados por sectores
relevantes de las clases subalternas que son las que construyen, con su
práctica relacional, su capacidad transformadora.
El (contra)poder no lo construye el discurso, sino la
gente con su acción cívica. Y como tiene sus dificultades por sus
desventajas respecto de su menor poder económico y con solo un poco de
poder institucional, debe aprovechar al máximo sus ventajas: su
masividad, su interacción y su expresión democrática. (...)
En resumen, la solución viene desde el realismo crítico, la superación
del idealismo y el determinismo o materialismo vulgar (también
idealista), poniendo en primer plano al actor o sujeto social, a la
gente real y concreta, a sus condiciones vitales, experiencias
relacionales, culturas compartidas y aspiraciones comunes, así como a su
diversidad y su plural interpretación. (...)" (Antonio Antón , profesor de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid, Rebelión, 22/09/18)
No hay comentarios:
Publicar un comentario