"(...) llegó el Procés y su respuesta.
La crisis económica, los recortes que impusieron el gobierno de
la Generalitat y la respuesta social contra los mismos –rodea el
Paralament, 15 de junio de 2011, prácticamente un año después de la
sentencia del Constitucional sobre el Estatut–, asustaron al entonces President Artur Mas y piso el acelerador secesionista y apareció lo que todo el mundo denomina procés. Fue un acelerón a destiempo y mal calculado. Se junto el miedo escénico de Mas y continuó el mesianismo de Puigdemont.
El nacional-catalanismo se encuentra a las puertas de la ansiada
independencia y sin embargo no cuenta con la hegemonía necesaria para
ella.
La manifestación del 8 de octubre, contraria al secesionismo,
desvela la realidad: Existe una mayoría social contraria al procés,
hasta el momento silenciada y poco representada por los partidos que se
autodenominan constitucionalistas, que sale a la calle a reclamar lo
que parecen haber olvidado los nacionalistas: Seny, sentido común y un sentimiento de pertenencia sin ismos: “no somos fachas, somos españoles”.
La Constitución de 78.
Ciertamente la situación política en el ámbito estatal le
permitía augurar una debilidad del Gobierno español, que a pesar del
estilo pasivo-agresivo de su presidente, ha conseguido un pacto de
estado para aplicar el artículo 155.
Las estrategias del secesionismo en
esta situación se reducen a un intento por generar una sublevación
callejera permanente que debilite dicho pacto y obligue a ceder y
negociar al Gobierno.
Habrá que repetirlo de nuevo: No me fío ni de Rajoy, ni de
Sánchez, ni de Rivera, de ninguno. Pero ante una quiebra del “Contrato
Social”, nuestra Constitución –no hay otra-, se han de utilizar los
mecanismos que en ella nos dimos; y el 155 es totalmente legal y
legitimo. La forma de aplicarse corresponde al gobierno de turno y
siempre dentro de la legalidad.
Seguramente preferiría otro actor en el
puesto de Presidente del Gobierno, pero entre nosotros: “no se me ocurre
quien”.
Así pues el 155 no está para garantizar la mayoría absoluta del
PP en unas posibles nuevas elecciones generales, ni para que el PSOE
tome distancia de Podemos, ni para consolidar la opción centro-derecha
de Ciudadanos, no. Es posible que tales cosas puedan pasar de resultas
de esta crisis política.
También el nacional-catalanismo se beneficiará
de la polarización social que ellos mismos han generado. Pero es el
momento de mirar más allá. Es el momento de salvar la idea de democracia
en España. (...)
Una gran crisis nos concede una gran oportunidad. No es la primera
vez, ni la última, que lo digo: “Hemos de romper el statu quo en
Cataluña”. El nacional-catalanismo ha de dejar de ser hegemónico en
nuestra comunidad autónoma.
Entiendo que aspirar, hoy, a la hegemonía de
la izquierda no nacionalista es utópico, pero que se imponga un
pensamiento progresista que apuesta por una sociedad catalana abierta y
democrática, donde los valores de igualdad y solidaridad sean los
prioritarios, sería un primer paso para ese cambio que la mayoría de los
que nos manifestamos el domingo, 8 de octubre, y de muchos más que no
asistieron, deseamos para Cataluña y España: Una en otra y toda en
todos.
Salud y República (Española, ¡claro!)
Nou Barris, Barcelona, 24 de octubre de 2017
Vicente Serrano
Presidente de Alternativa Ciudadana Progresista y miembro del Foro de las Izquierdas No Nacionalistas." (Vicente serrano, blog, 30/10/17)
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