19/3/18

Sufre un considerable déficit democrático una sociedad en la que sus ciudadanos acaban sometidos a lo que se ha denominado espiral de silencio, y prefieren mantenerse callados ante el miedo a quedar aislados. Los empresarios alemanes lo han roto sin eufemismo alguno con su increpación a Torrent en el Círculo Ecuestre

"No me veo siendo presidente virtual, de un país virtual, en una sociedad anímica e institucionalmente devastada". Estas palabras se las atribuye Santi Vila en su 'De héroes y traidores' a Carles Puigdemont

Más que la alusión a la virtualidad de la república, lo importante de la reflexión es la devastación que Puigdemont observa en Catalunya. Que es, además de institucional, "anímica". Porque Catalunya con el 'procés' ha entrado en una burbuja de irrealidad que Joan Coscubiela, en su libro 'Empantanados', califica de "disonancia cognitiva" que se caracteriza con la pelea entre dos realidades, una ilusoria y otra fáctica. 

La república catalana sería la primera y el desastre político del país, la segunda. Gabriel Colomé en 'La Cataluña insurgente' se refiere a la "espiral de silencio" que se produce cuando "un bando tiene la fuerza suficiente como para amenazar al contrario con el aislamiento, el rechazo, el ostracismo". O sea, lo que ha ocurrido y sigue ocurriendo en Catalunya.

 La espiral de silencio es un cáncer para la libertad de las sociedades. En su libro 'Una comunidad ensimismada', el gran filósofo catalán y diputado del PSC en el Congreso Manuel Cruz lo dice así:

 "Parece claro que sufre un considerable déficit democrático una sociedad en la que sus ciudadanos acaban sometidos a lo que se ha denominado […] espiral de silencio, y prefieren mantenerse callados ante el miedo -manifiestamente inducido desde el poder- a quedar aislados o, peor aún, a recibir algún tipo de reproche social". 

Y sigue Cruz: "Por supuesto que cuando se intenta plantear esta cuestión en el espacio público catalán no faltan respuestas […] que tildan de exagerado, cuando no de caricaturesco, dicho planteamiento".  (...)

 Más allá de las formas de la interpelación, mejorables, es evidente que el silencio social ha permitido que el independentismo –agarrotando a los medios públicos de comunicación y a una parte no pequeña de los privados- haya impuesto su relato. Los empresarios alemanes lo han roto sin eufemismo alguno.  (...)

 A nadie debería extrañar que sean empresarios alemanes, o representantes de intereses germanos en Catalunya, los que se hayan desembarazado de la espiral de silencio que contrae la libre expresión social en el país y lo devasta anímicamente como reconoció Puigdemont la madrugada del día 27 de octubre del pasado año. 

El valor de actos como el de la increpación a Torrent en el Círculo Ecuestre consiste en su función comunicativa, es decir, en su efecto referencial ante la reverencia sumisa con la que se acogen en todas las instancias el discurso políticamente correcto, que es aquel que consiste en persistir en la ilegalidad, mantener la falacia de que los presos del 'procés' son políticos y, sobre todo, que, con la CUP de bisagra, es verosímil un proceso constituyente. 

Jacobi, por eso, ha hecho un favor colectivo creando en el empresariado un banderín de enganche. Las grandes empresas catalanas no han sido menos contundentes -han trasladado sus sedes- pero sí más silentes. Se han ido de puntillas, sin el más mínimo ruido."            (José Antonio Zarzalejos, El Periódico, 10/03/18)

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