"No me veo siendo presidente virtual, de un país virtual, en una
sociedad anímica e institucionalmente devastada". Estas palabras se las
atribuye Santi Vila en su 'De héroes y traidores' a Carles Puigdemont.
Más que la alusión a la virtualidad de la república, lo importante de la reflexión es la devastación que Puigdemont
observa en Catalunya. Que es, además de institucional, "anímica".
Porque Catalunya con el 'procés' ha entrado en una burbuja de irrealidad
que Joan Coscubiela, en su libro
'Empantanados', califica de "disonancia cognitiva" que se caracteriza
con la pelea entre dos realidades, una ilusoria y otra fáctica.
La
república catalana sería la primera y el desastre político del país, la
segunda. Gabriel Colomé en 'La Cataluña
insurgente' se refiere a la "espiral de silencio" que se produce cuando
"un bando tiene la fuerza suficiente como para amenazar al contrario
con el aislamiento, el rechazo, el ostracismo". O sea, lo que ha
ocurrido y sigue ocurriendo en Catalunya.
La espiral de silencio es un cáncer para la libertad de las sociedades.
En su libro 'Una comunidad ensimismada', el gran filósofo catalán y
diputado del PSC en el Congreso Manuel Cruz
lo dice así:
"Parece claro que sufre un considerable déficit
democrático una sociedad en la que sus ciudadanos acaban sometidos a lo
que se ha denominado […] espiral de silencio, y prefieren
mantenerse callados ante el miedo -manifiestamente inducido desde el
poder- a quedar aislados o, peor aún, a recibir algún tipo de reproche
social".
Y sigue Cruz: "Por supuesto
que cuando se intenta plantear esta cuestión en el espacio público
catalán no faltan respuestas […] que tildan de exagerado,
cuando no de caricaturesco, dicho planteamiento". (...)
Más allá de las formas de la interpelación, mejorables, es evidente que
el silencio social ha permitido que el independentismo –agarrotando a
los medios públicos de comunicación y a una parte no pequeña de los
privados- haya impuesto su relato. Los empresarios alemanes lo han roto
sin eufemismo alguno. (...)
A nadie debería extrañar que sean empresarios alemanes, o representantes
de intereses germanos en Catalunya, los que se hayan desembarazado de
la espiral de silencio que contrae la libre expresión social en el país y
lo devasta anímicamente como reconoció Puigdemont
la madrugada del día 27 de octubre del pasado año.
El valor de actos
como el de la increpación a Torrent en el Círculo Ecuestre consiste en
su función comunicativa, es decir, en su efecto referencial ante la
reverencia sumisa con la que se acogen en todas las instancias el
discurso políticamente correcto, que es aquel que consiste en persistir
en la ilegalidad, mantener la falacia de que los presos del 'procés' son
políticos y, sobre todo, que, con la CUP de bisagra, es verosímil un
proceso constituyente.
Jacobi, por eso, ha hecho un favor colectivo
creando en el empresariado un banderín de enganche. Las grandes empresas
catalanas no han sido menos contundentes -han trasladado sus sedes-
pero sí más silentes. Se han ido de puntillas, sin el más mínimo ruido." (José Antonio Zarzalejos, El Periódico, 10/03/18)
No hay comentarios:
Publicar un comentario