"(...) - ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Lo fascinante de la situación actual –digamos
fascinante por decir algo- es que, después de todo, aún no hay un
acuerdo de mínimos para saber dónde estamos. Eso dificulta responder a
tu pregunta. Yo creo que estamos bloqueados en una situación de colapso
institucional que rompe consensos ajados y tensa la sociedad.
Y que esa
situación favorece una deriva inquietante de autoritarismo
postdemocrático (aquí plagio a Josep Ramoneda) que permite el
reforzamiento del estatus quo pero degrada el estado de derecho (como
demuestra la situación insoportable de los presos políticos).
¿Cómo
hemos llegado hasta aquí? Unos porque no hemos sabido evitarlo. Otros
porque querían llegar aquí. Y todos porque estamos en el remolino de una
globalización descarnada.
- ¿Se puede hacer la independencia con menos de la mitad del censo electoral?
No. Sería una imposición no democrática. Unilateral en
el sentido más autoritario de la palabra. No sé si la independencia, en
el contexto europeo actual, es posible a corto o medio plazo. Pero
intuyo que es inviable sin contar con una mayoría cualificada.
- ¿Qué papel han jugado los medios de comunicación en el proceso?
En un momento de liposucción de los ingresos
tradicionales de los medios (aquí la gente paga poquísimo por
información de calidad), su dependencia de las subvenciones públicas y
la política silenciadora de las grandes empresas ha condicionado su
agenda informativa y ha implicado reforzar una determinada hegemonía.
Dicho esto, y como ha ocurrido siempre, la línea editorial de algunos
medios coincide con la de determinados partidos. Es una apuesta legítima
que no prima la calidad de la información.
- ¿Y TV3? No sé si le pongo en un aprieto: no sé si va a TV3
A TV3 voy encantado cuando me llaman para hablar de
mis libros y, en general, prefiero abstenerme de tertulias (me parece un
género más acorde con la cultura del espectáculo que con un diálogo
enriquecedor). Voy a tu pregunta. Como conozco tu opinión respecto a la
Corpo, te comento mi lectura de las memorias radiofónicas de Antoni
Bassas.
Cita una conferencia que dictó hace años. Y allí explicitaba que
un medio de comunicación público y nacional tiene como objetivo la
construcción y reforzamiento de un determinado marco nacional. Exacto.
TV3, que se activa de verdad como gran proyecto en la previa a las
primeras autonómicas que Pujol ganó con mayoría absoluta, no ha
adoctrinado ni fue pensada para sabotear la españolidad de muchos
catalanes.
Esa interpretación es una cutrez. Cumplió con su función:
creó un marco de comprensión de la realidad en clave nacional. Creó
también un ecosistema empresarial con esa voluntad. ¿Tiene eso
consecuencias políticas? Indiscutiblemente.
- ¿Puigdemont tiró más de la cuerda?
El president Puigdemont, como podía deducirse de su
trayectoria biográfica, política y profesional, fue designado
precisamente porque estaba dispuesto a romper la cuerda. ¿Piensa que la
CUP lo habría votado si fuese un moderado pactista?
- ¿Qué responsabilidad tiene Rajoy?
Máxima. Más que nadie. Es el único líder que ha
participado de manera integral en este ciclo de irresponsabilidad
política. En los años de oposición, lidera una estrategia populista y
antisistema que mina el consenso del 78 y, en esa operación de acoso y
derribo de lealtad al Estado compartido, despierta el monstruo dormido
del nacionalismo reactivo.
Luego no afronta políticamente el desafío que
le plantea un movimiento ciudadano que va sumando más y más adhesiones y
delega en la justicia y la guerra sucia lo que era su responsabilidad.
Me parece un ejemplo bastante claro de pétreo afán de poder aliado a la
soberbia y la vagancia.
- De vez en cuando alguien dice que hay que rectificar pero aquí nadie rectifica.
Sí, es una de las leyes ilógicas de la mecánica del
procés: cuando la realidad forzaría un repliegue para acumular nuevas
fuerzas, se dobla la apuesta y, en consecuencia, las posibilidades de
acumular pérdidas se van multiplicando.
- ¿El proceso empezó con la sentencia del Estatut, que es la versión oficial, o empezó antes?
Como sostiene mi libro –¡yo ha venido a hablar de mi
libro!-, después del esperpento vivido en el TC, la Sentencia alejó a la
ciudadanía de un órgano central del Estado de Derecho. Así muchos
catalanes, por convicción o por sensación, dejaron de sentirse
representados por ese Estado, justo cuando la crisis descubría que parte
de la ciudadanía no se sentía representada por las instituciones
clásicas.
Pero yo creo que el lío venía de antes, desde el momento que
se cortocircuitó el desarrollo del estado de las autonomías tras el
Pacte del Majèstic. En lugar de pensar lealmente una salida a esa
situación –tal y como ideó Maragall (él y pocos más)-, en la ponencia
nació uno de los gremlins malos de esta historia: la tensión
autodestructiva dentro del campo del catalanismo.
- Tiene razón que Maragall no
lideró el proceso, fue uno de sus errores. Una ponencia parlamentaria
de 16 miembros era un gallinero.
Liderar el proceso de reforma significaba convencer a
los ponentes de trabajar en una misma dirección. Y no. Más que repensar
el modelo, la ponencia buscó tensarlo. Y eso, fruto de la aritmética y
el tacticismo cainita, con el socialismo incapaz de controlar la máquina
que había puesto en marcha, no podía acabar bien.
- ¿Qué falló en Mas? Prometía tanto.
El president Mas, que debió gestionar un momento muy
endiablado –la crisis de la deuda pública (lo que Mas-Colell y su equipo
cuentan en su libro)–, es un político que interioriza las derrotas como
una humillación que debe ser vengada. Para evitar perder fue capaz de
apostar a doble o nada en diversas ocasiones. Y ese cálculo, que le
beneficiaba a él y a su partido, los catalanes lo hemos pagado carísimo.
- Hemos sobrevalorado la ‘sociedad civil’: la ANC, Òmnium.
No. No las hemos sobrevalorado. Estas dos
organizaciones han sido la eficiente herramienta que ha articulado
durante años un movimiento social amplísimo que ha dado sentido a la
vida política de miles y miles de personas. Otra cosa distinta es si son
sociedad civil o yo.
Yo creo que se han movido siempre en un espacio
ambiguo porque, presentándose como ajenas al poder institucional, han
actuado en realidad como agencias paragubernamentales. (...)
- Cuanta razón tiene con Viver Pi-Sunyer. Él también es responsable.
El jurista Viver –un hombre que, en tanto que
vicepresidente del TC, gozaba de respeto transversal- recibió unos
ataques brutales de sus colegas durante la redacción del Estatut, que él
sabía que rozaba el travesaño de la constitucionalidad.
Luego, como
tantos –pero pocos con su saber-, quedó atrapado en esa vorágine del
procés y, más que fórmulas legales para salir del bucle, creyó que el
laberinto podía acabar yendo de la ley a la ley. Y tampoco.
- ¿Cómo acabará el proceso?
¿Ha leído a Kafka? No acaba el proceso. Acabaremos nosotros." (Entrevista a Jordi Amat, Xavier Rius, director de e-notícies, 16/03/18)
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