"A Joxe Mari Korta, el presidente de los empresarios de Gipuzkoa que ETA asesinó en agosto de 2000,
le hubiese hecho muy feliz ver a su sobrino Oier como alcalde de Zumaia
(Gipuzkoa), algo que sucederá el próximo sábado.
Oier Korta, víctima de
“la presión y la persecución” del entorno abertzale tras aquel
atentado, es un debutante de la política que ha conseguido arrebatarle
el poder a EH Bildu. Uno de sus retos es “trabajar por la paz y la
convivencia” en su pueblo.
El apellido Korta conserva mucho simbolismo en Zumaia.
Oier, nacido en 1972, casado y con tres hijos, adquirió notoriedad hace
15 años cuando, al día siguiente de que mataran a su tío, leyó una
declaración en nombre de la familia en la que proclamó: “Es nuestra
responsabilidad elegir entre los asesinos y los constructores de la
voluntad popular”.
Dos días después, se encaró con el alcalde de Zestoa
(de EH) durante un pleno muy tenso. Le recriminó que metiera “en el
mismo saco” a su tío asesinado “y a los miembros de ETA que han muerto”
al explotar el coche cargado de explosivos en el que viajaban.
Transcurrió un mes y la banda terrorista puso una bomba que destrozó la discoteca Txitxarro, de la que Oier Korta era gerente y su padre, Narciso, propietario.
Han pasado tres lustros y, “por casualidades de la vida”, explica
Oier Korta, irrumpe en la primera línea de la política. “En 2013 me
involucré con la plataforma ciudadana contra el puerta a puerta
(el polémico sistema de recogida de basura que Bildu ha implantado en
varios municipios)”. Hace un año, aceptó “sin estar muy convencido”
presentarse con el PNV en estos comicios. Fue como independiente y ahora
no se arrepiente. (...)
A Oier Korta no le gusta que le clasifiquen como víctima de ETA. “No”,
repite tres veces, pero matiza: “Sí he sentido la presión. Al mes de
matar a mi tío, volaron nuestra discoteca, y el día de mi boda, la
Ertzaintza tuvo que desalojar la sala de fiestas por un aviso de bomba.
Son episodios que demuestran que no se han olvidado de ti y que ha
habido una persecución, aunque no sé si es la palabra correcta. Soy
víctima lateralmente”.
El asesinato de Korta no fue condenado por la izquierda abertzale,
pese a que en sus filas supuso “un mazazo” y “un trago difícil de
digerir” porque el entonces presidente de Adegi “era euskaldún,
nacionalista, trabajador y una persona que dio todo por crear empleo y
una industria potente en su pueblo”, asegura su sobrino: “Fue un marrón
para la izquierda abertzale, nos consta”.
Al tiempo,
simpatizantes de ese mundo tuvieron “gestos a título personal” con los
familiares (“algunos nos han pedido perdón en privado”, afirma), aunque
los Korta siguen echando en falta “la valentía de ese mundo para decir
basta ya”. (...)" (Mikel Ormazabal
, El País, San Sebastián
10 JUN 2015)
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