"En Portugal leemos con sorpresa
cómo la izquierda, empezando por el muy veterano Partido Comunista, y
siguiendo con muchos “opinionmakers”, se han puesto del lado de los
independentistas catalanes. El periódico del PCP, Avante,
publica el día 14 un artículo repleto de lugares comunes y de errores
de bulto, titulado “Milhares em Bruxelas pedem democracia para
Catalunha”.
El literario quincenal, Jornal de Letras,
sigue lamentando que los catalanes no tengan derecho a decidir. Así
viene siendo desde finales del verano. Son impermeables, por
desconocimiento o por mala fe, a las razones de la izquierda española y
catalana. Creen que la revolución socialista va aparejada al
independentismo, como pregona el Colectivo Marxista de Lisboa.
Y
lo peor es que nadie parece hacerles frente. Sólo Nicolás Sartorius ha
tenido derecho a una entrevista, bien clara y contundente en el Diario de Noticias (edición del 7 de septiembre) y a una entrevista en televisión (el 20 de diciembre). En el semanario Expresso,
la pluma de Angel Luis de la Calle ha mantenido el equilibrio, contando
y analizando lo que de verdad está sucediendo. Pero otros periódicos,
como Público y, en general, la izquierda portuguesa sigue a la CUP, a ERC (obnubilados quizá por las siglas y el adjetivo ‘republicana’).
Otros,
que se supone deberían estar bien informados, comparan la situación de
Cataluña a la de Kosovo, creyendo firmemente que Cataluña está oprimida.
Como mucho, algunos articulistas, haciendo gala de una falsa
equidistancia, equiparan los errores de Rajoy en la gestión de esta
crisis con los de los extremistas nacionalistas. Detestan al PP y todo
lo que vaya contra el PP y Moncloa es recibido con albricias.
Puede
haber dos razones, casi de psicología de masas o psicología histórica.
Una, que aun pervive un antiespañolismo histórico que les hace pensar en
el Conde Duque de Olivares y en la fecha del 1° de diciembre de 1640,
cuando Portugal restauró su independencia, mientras Cataluña quedaba en
España. Pura transferencia psicohistórica.
La segunda razón, la más evidente, es una cierta schadenfreude,
“alegría por el mal ajeno”. “España tiene problemas, así que no son tan
poderosos”. Muchos, en todos los segmentos políticos, han sentido que
España les “invadía”, les avasallaba (no es ajeno a ello, en efecto, el
talante de arrogancia de muchos inversores, banqueros y empresarios
españoles en Portugal, del que he sido testigo). Por eso ahora, el talón
de Aquiles español, la eterna cuestión territorial, les regocija a
bastantes.
Es
evidente que las izquierdas, en general, tanto en España como en otros
países, nunca entendieron bien el problema nacional y a menudo lo
utilizaron de manera oportunista. Y lo siguen haciendo, como se está
viendo en Cataluña.
Rosa
Luxemburgo, judía polaca, de lengua alemana, cosmopolita (precisamente
en el sentido que los nazis más despreciaban) lo tuvo muy claro desde el
principio. Gramsci, tras algunas veleidades sardas de juventud,
inmediatamente comprendió la argucia nacionalista.
Pero
gran parte de la izquierda europea parece haber perdido ese sentido
internacionalista que surgió con la Ilustración y que la Tercera
Internacional mantuvo (hasta que la Unión Soviética se atrincheró en la
tesis del socialismo en in solo país). También ha perdido su espíritu
jacobino, ese que ponía la soberanía nacional por encima de los
particularismos del Antiguo Régimen y de los corporativismos.
A
esto añadámosle que el gobierno español no sabe hablar, ni con los
catalanes ni con nadie. Ni sabe comunicar, lo que añade otro
inconveniente al entendimiento entre los catalanes y el resto de los
españoles, y a que los europeos entiendan bien qué sucede en Cataluña.
Mientras la batuta la lleven Santamaría, Rajoy o el muy vulgar Rafael
Hernando, nada se conseguirá en la posible solución del conflicto.
Por
el momento, una parte considerable de la izquierda portuguesa, que es
más primaria que otras, menos original en su pensamiento y que tiene su
dosis de antiespañolismo interno, sigue, pues, apostando por una España
dividida." (Jaime- Axel Ruiz Baudrihaye, Crónica Popular, 22/12/17)
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