"En su huida hacia adelante, Artur Mas ha generado un efecto dominó
por el que piezas tan conspicuas y heterogéneas como Junts pel Sí,
Òmnium Cultural o la Assemblea Nacional Catalana han caído, por no
hablar de la cruenta desaparición de Convergència y, en otro registro,
un efecto colateral que ha dejado al pairo la incógnita futurible de
Unió, tan tardíamente desvinculada de su aliado habitual.
En una fase tan azarosa para la gobernabilidad de España, el
catalanismo ha perdido su peso en las Cortes Generales porque, siendo
cierto que con la desconexión estar o no estar parecía importar poco, lo
que queda de Convergència deja de tener margen de maniobra y
negociación en Madrid (...)
Empeñados en la idea de una Cataluña independizada ya de España, los
secesionistas cayeron bajo fuego amigo, al no distinguir lo probable de
lo imposible, como le ha ocurrido a Artur Mas, hoy en vía muerta.
De ahí
un efecto dominó que ha debilitado los vínculos entre la ciudadanía de
Cataluña y la representatividad institucional, mientras que de forma
indirecta vaciaba el molde catalanista, con el propósito fallido de que
el maximalismo acabase de una vez por todas con el método posibilista. A
estas alturas, es posible que se redimensionen, de forma explícita, las
tendencias contrapuestas que representan Barcelona y una Cataluña
profunda que pierde potencia.
Con cierto morbo, hay quien se pregunta qué van a decir ahora
aquellos que han aparecido hasta ahora como el soporte intelectual y
mediático del proceso. Dando por descartada la autocrítica o el
reconocimiento de los errores políticos del secesionismo, ¿qué van a
decirnos quienes anunciaban para pasado mañana el amanecer de una
Cataluña fuera de España y por tanto de la Unión Europea?
La política de la irrealidad siempre tiene un coste pero no está escrito que deban pagarlo quienes la han sustentado. (...)
En realidad, la sociedad catalana no está dividida en términos
tectónicos sino que ha pasado un largo tiempo reflejando de modo directo
o indirecto, a favor o en contra, la idea de una independencia que iba a
caer del cielo. (...)
Lo más asombroso es que el secesionismo no tenía previsto que sus
cálculos de movilización social y de adhesión masiva pudieran fallar.
Algún día se sabrá por qué razones el secesionismo no consideraba la
eventualidad de que sus metas y los ritmos sociales no coincidieran, que
todo el proceso quedase atascado y la sociedad catalana se viese en la
perplejidad." (Valentí Puig, El País, 17/07/16)
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