9/2/16

Nadie desea en España que Cataluña y el País Vasco se queden a cualquier precio, con todos los atributos de la independencia pero sin llamarle independencia

"(...) Lo de que esto se resuelve haciendo consultas locales no es sino independentismo de otra manera; la creencia de que España no es la expresión de la voluntad de ciudadanos libres e iguales sino un pacto entre naciones, que luego, según les dé, colaborarán, se enfrentarán o competirán entre ellas.

 Son muchos los que se han dado ya cuenta además del truco del referéndum. Si se hace, en la pregunta está ya la respuesta.

Si sale que sí, soy independiente, si sale que no, también, pues desde ese momento (al contrario que andaluces o gallegos) me relacionaré de tú a tú con el resto. El día después “los interesados” seguirían, por otro parte, erre que erre tirando del carro. Aquí, o vamos hacia un modelo de España o hacia el contrario.

La solución tampoco está en un federalismo desigual. España no estaría en la Unión Europea si fuera tratada como una región mientras Francia y los demás se consideraran a sí mismas naciones. 

Nadie desea en España que Cataluña y el País Vasco se queden a cualquier precio, con todos los atributos de la independencia pero sin llamarle independencia. 

¿Qué sentido tiene permanecer en España sin sentirse español, para usar cada vez menos el idioma común, para promocionar fuera los propios intereses y una identidad del tipo “…is not Spain”, con un sistema de hacer luego las cuentas de cuánto se debe por los gastos comunes? 

La independencia (con ese nombre o con otro) de dos de las regiones más ricas es un atraso que rompe la solidaridad y la democracia y que disminuye los derechos de los ciudadanos. Antes que conceder una independencia sin llamarle independencia sería mejor negociar en el ámbito internacional la futura relación (sin acritud, pero al estilo inglés). (...)"             (  , El País, 9 FEB 2016)

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