21/9/15

Tras la independencia, la deuda catalana, en el mejor de los casos, superaría el 100% del PIB. Europa impondría las mismas condiciones que a Grecia

"(...) No discutiremos aquí la imposibilidad política de llevar a cabo las propuestas de independencia unilateral que defienden Mas, Junqueras y sus acólitos. Cómo dice el cabeza de la lista de Catalunya Sí que es Pot, Lluis Rabell, "Si no fueron capaces de hacer un Referéndum, como lo tienen que ser de hacer una Declaración unilateral de Independencia que tenga efectos reales". 

Un proceso de este tipo tiene que hacerse como los de Escocia o Quebec, mediante un referéndum acordado con el Estado con reglas asumidas e incontestadas y aceptadas internacionalmente. Esto comporta un largo proceso para conseguirlo muy diferente del que proponen CDC y ERC y sus entidades afines.

Pero lo que aquí queremos plantear es otro tema, el de la viabilidad económica y financiera de este proceso en un marco como es el de la actual situación europea. El gobierno de Mas fía el futuro de su independencia al apoyo internacional que encuentre en el ámbito de la UE. Y esto es el que queremos tratar. (...)


Parece que el caso de Grecia no ha hecho reflexionar a los dirigentes independentistas catalanes. Cómo dice el mismo Lluis Rabell "no creo que Europa trate mejor Cataluña que Grecia". Y no le falta razón.

Analizando en términos de deuda económica los dos casos en que se puede dar la independencia de Cataluña, hay que señalar, ya de entrada, que la deuda autonómica de Cataluña no tiene posibilidad de financiación en los mercados y está catalogado como "bonos basura".

Un primer caso sería que fuera posible una independencia no acordada en la cual Cataluña no asuma la parte de la deuda estatal. Sólo la deuda autonómica catalana supone en el primer trimestre del 2015 unos 64.792, es decir un 32,2% del PIB. Todo esto sin asumir la parte de la deuda estatal. 

Es evidente que una independencia unilateral no acordada y en estas condiciones no sería aceptada por la UE. Y que la financiación por parte de los mercados de la economía de un país que no haya asumido su parte de deuda con el resto de España lo situaría en una situación de morosidad difícilmente financiable en los mercados.

Supongamos una segunda alternativa en la que finalmente España y Cataluña se repartieran la deuda. En este caso, la deuda catalana, en el mejor de los casos, superaría el 100% del PIB, puesto que tendría que asumir, si seguimos los criterios utilizados en el Quebec, entre el 16 y el 18% de la deuda estatal, entre 160 mil millones y 185 mil millones, es decir alrededor, junto con la deuda autonómica, del 110% y el 123% del PIB. En este caso ya sabemos que pasaría. 

En el mejor de los casos, que sería que la UE nos hubiera aceptado como miembros, nos aplicaría un rescate con lo que esto supondría en cuanto a aplicar medidas de austeridad y recortes sociales.

Hay que añadir que al coste de la deuda propia y la parte de la deuda del Estado habría que añadir en estos primeros momentos los gastos inherentes a la creación del nuevo estado, las cuales incrementarían todavía más la deuda de Cataluña.  Y en el caso de que quedáramos fuera de Europa se abren multitud de interrogantes: ¿Qué moneda? ¿Qué repercusiones en las transacciones comerciales con España y la UE? ¿Qué problemas para atraer inversión extranjera? ¿Qué sistema bancario tendríamos? etc.

En conclusión estaría bien que los independentistas catalanes tocaran de pies en la tierra y se fíen menos de la ayuda democrática de terceros y se dieran cuenta de qué mundo los rodea. Y si quieren información que pregunten en Grecia y sabrán "qué pan se da".      (Manel García Biel, Economía Digital, 16/08/2015)

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