"Rebobinen la estremecedora frase con que Artur Mas expulsó a los
democristianos de Unió de la federación CiU, tras 37 años de hermanos
siameses: “No estamos para cuentos, hemos puesto la directa”.
El que
pretende ampliar las bases de su “procés”; el que sabe insuficiente el número de independentistas; el que busca hoy ampliarla con una “lista del President” y mañana mediante una lista “conel President”, lo que hace es adelgazar sus bases echando a los infiernos a los cómplices sempiternos.
Lo más genial ha sido la reacción de los voceros habituales. Todos
consideran esta expulsión como una gran maniobra para eliminar “lastre”.
En la intimidad, los edecanes no piensan así. Uno de sus más brillantes
consejeros me susurra: “Ha perdido el Norte”. Uno de sus más fieles
altos empleados añade: “Esto está perdido, preparo mi vuelta al sector
privado”. (...)
De manera que ustedes elijan. Si purgar a los confederales
democristianos le permitirá competir mejor con Esquerra para la
primogenitura de la catástrofe. O le conducirá directamente a ella. (...)
A este paso, el único plebiscito del 27-S será sobre el propio Artur Mas: a fuerza de depurar, probable componente único de la llista “del” o “con el”
President, el que ha roto la lista ex-CiU, el ex-dirigente de la
ex-Convergència que pretende desvanecer a toda prisa, el enterrador del
nacionalismo moderado catalán, si Duran Lleida no espabila.
¿Un triunfador, Mas? ¿Un genial estratega? Es él y solo él quien ha
convocado a los catalanes a votar tres veces en cinco años. Para no
dirimir nada ni gobernar un ápice. Es él quien en tres años ha cambiado
su gran objetivo: del autonomismo al “pacto fiscal”, de este al “derecho
a decidir”, y ahora, a la secesión. A su lado, cualquiera resulta un
tipo previsible y fiable." (
Xavier Vidal-Folch
, El País, 26 JUN 2015)
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