"(...) Ferran – Es que el PSC ha sido una gran desilusión. Durante muchos
años pensábamos que era una alternativa de verdad al nacionalismo. De
hecho Pasqual Maragall era nuestra gran esperanza. El Maragall
presidente de la Generalidad no era el mismo que el Maragall alcalde.
Algo cambió en su personalidad. A partir del viaje a Roma, tras el
enfrentamiento con la cúpula del PSC, pasó algo.
Ana – El Maragall que transformó Barcelona no hubiera permitido la
sobredosis de nacionalismo a la que nos sometió el Gobierno de la
Generalidad que él presidió. Fue un extraordinario alcalde de Barcelona,
pero cuando a finales de los noventa se va a Roma, cambia de manera
repentina.
Ferran – Tras la vuelta de Roma comienza a defender un discurso que no es el suyo.
Ana –Todo aquello del federalismo asimétrico nunca lo había defendido
antes. Y Zapatero lo hizo suyo en aquella reunión de Santillana del
Mar.
Ferran – Pericay, Azúa, De Carreras y yo nos entrevistamos con Maragall cuando ya era presidente por el tema de las amenazas de muerte que Oriol Malló nos dedicó en el diario Avui,
del que la Generalidad era máximo accionista. Y Félix de Azúa, al
salir, nos dijo "este no es Maragall". La gente que tenía más relación
con él decía que algo había pasado, que había cambiado.
¿La decepción con Maragall les llevó a dar el paso?
Ana – Es el momento clave. Cuando algunos constatamos que no hay
alternativa de verdad al nacionalismo, que el PSC hace desde la
Generalidad una política tan nacionalista como la de CiU, es cuando
vemos la necesidad de impulsar un nuevo partido. De hecho ya queda claro
desde la primera frase del manifiesto que con el gobierno de izquierdas
no había cambiado nada, y que su único proyecto era el nuevo Estatuto.
Ferran – Es que había sectores de la población que estaban huérfanos,
que no eran nacionalistas y no eran del PP y no tenían ningún partido
que los representara en las instituciones.
Ana – Por eso debatimos sobre la necesidad de pedir a la sociedad que
creara un partido no nacionalista. Antes teníamos la esperanza de
"quizás cuando Maragall gane". Al ganar y seguir todo igual, estábamos
condenados al nacionalismo dictado desde las instituciones. (...)
Ferran – Sí, nos movimos por toda la Comunidad, y sufrimos agresiones diversas.
A eso iba, si la reacción fue dura.
Ferran – Sí que lo fue. Me tocó representar al grupo tres veces en
televisión, y mi rostro se hizo conocido, y me agredieron verbalmente en
varias ocasiones. Recuerdo que a la salida del metro un señor mayor me
lanzó un insulto muy kumbayá: 'podrit'. Y estas cosas nos pasaron a todos. Y no hablemos de Boadella, que recibía amenazas de muerte todos los días.
Ana – Y problemas laborales, y amigos que te daban la espalda. La
situación no fue el "quince intelectuales se reunieron, hicieron un
manifiesto para proponer que otros crearan un partido y se fueron de
rositas".
El trabajo previo a la celebración del congreso fundacional en
julio de 2006 fue muy intenso. Las reuniones y actos por toda Cataluña
que hicimos sirvieron para sondear a la gente, para comprobar si nuestra
percepción de la necesidad de este nuevo partido era real. (...)
Ferran – Luego nos fuimos retirando, unos antes, otros después. Yo
fui de los primeros, estaba agotado porque la presencia pública me
desgastó bastante. Como ya hemos dicho perdí muchos amigos, que no eran
tales. Pero es sorprendente perder amistades por defender una posición
política. Aunque también gané muchos.
Ana – En ese momento yo tenía una pequeña editorial que había fundado
y a finales de ese año trajimos a España a un escritor francés, Olivier
Rolin, de quien hasta la fecha no se había publicado en nuestro país su
novela más importante. Le presentamos en Madrid y en Barcelona.
Aquí le
hicieron una entrevista amplia para La Vanguardia, un redactor
prestigioso que aún está en el diario. Jamás fue publicada. Le pedí
explicaciones al director, que era José Antich (yo conocía personalmente
a su hermano), y nunca se me puso al teléfono ni contestó mis e-mails.
El caso es que descubrí que eran capaces de hacerle el vacío a un
escritor francés simplemente porque yo, una de las firmantes del
manifiesto, era su editora.
Ferran – A mí me pasó algo similar...
Ana – Cuando le digo a la gente del resto de España o del extranjero
que en Cataluña, quien se significa en contra del nacionalismo
institucionalizado, en contra de este régimen, se expone a sufrir todo
tipo de medidas de ostracismo, incluso en el plano profesional, me dicen
que "exageras". No se lo pueden creer.
Ferran – Puedo añadir que familiares míos, por el hecho de serlo, han
tenido problemas en sus puestos de trabajo. A este extremo llegan. No
se trata de hacer victimismo, pero el hostigamiento de la oposición al
nacionalismo era enorme. (...)" (Entrevista a Ana Nuño y ferran Toutain, Sergio Fidalgo, Crónica Global, 24 de junio de 2015)
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