1/2/13

En muchas ocasiones me han preguntado que por qué no me cambio el nombre a Josep o Pep. La presión es constante

"Cuando tenía doce años me tocó un profesor graciosete. Le gustaba ridiculizar a sus alumnos para provocar las risitas de los compañeros de clase. Un día que hice algo inadecuado me llamó la atención y dijo: “¿Quieres callarte de una vez, Pepe?”. 

Ese comentario provocó la carcajada general en la clase. Pepe era un insulto porque era un nombre muy español. En aquella época en Cataluña cualquier asociación con España se consideraba insultante ya que el nacionalismo de forma sibilina identificaba a España con las recientes olas migratorias que habían llegado a Barcelona en busca de una vida mejor. Mucha de esa gente era analfabeta y venía huyendo del hambre.

 Por eso cuando el graciosete profesor me llamó Pepe, en realidad me estaba llamando español y por defecto me llamaba muerto de hambre y analfabeto. Ese día me juré que me cambiaría el nombre a Pepe. No pude soportar que se utilizase la españolidad como insulto.

Pensé que era absurdo pedirle a mi gente que empezase a llamarme Pepe, así que establecí un plan que consitía en dejar que todos los que ya me conocían me llamasen José, sin embargo me daría a conocer a toda persona nueva como Pepe.

 Recuerdo que en varias ocasiones llamaron por teléfono a casa preguntando por mí y mis hermanos contestaban “en esta casa no vive ningún Pepe”. Mi familia tardó veinte años en llamarme Pepe. Cambiarse el nombre es mucho más complicado de lo que la gente se piensa.

El nacionalismo catalán está obsesionado con la nomenclatura, es decir la forma como llamamos a las cosas. No sólo quieren que digamos Girona aunque hablemos en español, si no que también quieren que todas las personas que residen en Cataluña se catalanicen el nombre. 

En muchas ocasiones me han preguntado que por qué no me cambio el nombre a Josep o Pep. La presión es constante.

Por desgracia, hay demasiada gente con una personalidad débil que acepta la presión sin poner ninguna resistencia. Por ejemplo mi compañero de colegio Luis Ferreiro. Se fue a vivir un tiempo a Gerona y allí le animaron a que se cambiase el nombre a Lluís. 

Como he explicado, ese proceso es muy engorroso, sin embargo Luis pensó que si se sometía a esa exigencia podría ascender más rápido en su empresa. Ahora lo han ascendido y está viviendo en Barcelona. Actitudes como la de mi amigo son comunes en Cataluña.

 Suele ser gente mediocre y pusilánime que se cambia el nombre para conseguir un ascenso o para sentirse más integrados. No se dan cuenta de que ese cambio de nombre representa un arribismo asqueroso y repugnante.

Cada vez que veo a una persona que se ha catalanizado el nombre pienso que es un trepas, un acomplejado y un cobarde. Si conocéis a alguno os invito a que le preguntéis ¿Por qué te has cambiado el nombre? ¿Te acomplejas de tu españolidad o es que lo necesitabas para trepar en tu empresa?. 

Yo se lo pregunté a mi compañero de clase Luis. Le sentó fatal ... pero yo me quedé muy a gusto."         ( Pepe Giménez Olavarriaga

No hay comentarios: