"En Bélgica, las miradas se dirigen hacia Flandes, el Norte próspero que
exige cada vez más autonomía, bajo la influencia del jefe del partido
nacionalista flamenco, [Bart De Wever]. Durante mucho tiempo, Valonia,
la región más pobre, parecía querer únicamente limitar los daños, pero
ahora las cosas están cambiando.
Los valones están hartos de ser los perdedores y quieren avanzar por
sí solos. No es que pretendan separarse ahora de Flandes, al contrario.
Pero en cualquier caso, quieren estar preparados para el día en el que
Flandes plantee sus exigencias.
"Existe una conciencia cada vez mayor de que Valonia debe retomar el
control de su destino", comenta Béatrice Delvaux, editorialista del
diario Le Soir. "No contamos con ninguna encuesta al respecto, pero se
percibe en la sociedad, se escucha en las declaraciones de los
políticos.
A muchos francófonos les ha ofendido la actitud flamenca
durante la crisis. Sienten que les han tratado de holgazanes y de
aprovechados y se han hartado de la situación".
La nueva conciencia valona se expresa ante todo en el ámbito económico, donde el “plan Marshall” [un plan de inversiones públicas iniciado en 2005 y destinado a reactivar la economía valona] servirá para olvidar el pasado industrial.
Los poderes públicos valones han invertido 366 millones de euros en
nuevas empresa de alta tecnología, con lo que se han creado más de
10.000 empleos. El gran desarrollo aún está por llegar, pero desde hace
unos años, el abismo entre Flandes y Valonia en materia de prosperidad
ha dejado de crecer.
Por su parte, en el ámbito político, el Gobierno valón lanzó el Plan Horizonte 2022,
con el que se determinará cómo deberá administrarse la Bélgica
francófona en diez años. Tras la nueva reforma del Estado, en diez años
Valonia recibirá menos apoyo financiero por parte de Flandes. Será
necesario reformar la economía valona, la enseñanza, la movilidad y la
ordenación del territorio para hacer frente a esta nueva situación.
"Varios políticos ya han dado a entender que habría que hacerlo con
más rapidez", comenta Béatrice Delvaux. "Quieren estar preparados para
las elecciones de 2014, en caso de que tengan que enfrentarse a Bart De
Wever."
Según Delvaux, ya se han celebrado varias reuniones de alto nivel
para determinar cómo pueden adoptar una posición común los políticos
francófonos con respecto a Flandes. Estas reuniones están rodeadas de un
cierto misterio, ya que, según algunos críticos, pueden beneficiar
involuntariamente a Bart De Wever: si los valones trazan su propio
camino, razón de más para dividir Bélgica en dos.
"Es un peligro falso", afirma Jean-Pascal Labille, secretario general
de las Mutualidades socialistas. "Es un pretexto para los que no desean
avanzar. Bart De Wever no cambiará de opinión, tanto si le damos la
razón como si no. Pero si no decimos nada, tampoco hacemos nada".
Labille quiere que las personalidades valonas de primer nivel
reflexionen juntas sobre cuál sería la estructura del Estado belga ideal
de Bélgica, para ofrecer un contrapeso a la visión flamenca.
Si lo logran, Labille se muestra muy optimista sobre el futuro de
Valonia. "Contamos con mucho espacio, una abundante mano de obra
cualificada y una situación geográfica extremadamente favorable. Si
continuamos por la senda que hemos emprendido, Valonia podría
encontrarse a la cabeza del país en diez años".
Desde este punto de vista, la crisis política y la obstinación de
Bart De Wever pueden seguir teniendo un resultado positivo para Valonia.
Porque puede que los nacionalistas flamencos hayan ofendido a los
valones, pero también les han hecho despertar." (Leen Vervaeke, Presseurop, 17 enero 2013,De Volkskrant
Amsterdam)
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