24/11/14

Ejecutivos europeos ven con poca simpatía los movimientos separatistas, por las implicaciones que tendrían dentro de sus fronteras

"(...) La independencia llevaría a Cataluña a salir de la UE y de la unión monetaria, según ha confirmado Bruselas. A las repercusiones de dejar un espacio integrado, con libertad de circulación de mercancías, capitales y personas, se suma el hecho de que la principal vía de retorno está condicionada por el posible de veto de España.

“En términos económicos una salida no pactada de España no es viable”, dice el profesor Bel, quien cree que “antes o después” se produciría una “intervención de la UE”, ya que, sostiene, la salida de Cataluña del mercado común “perjudicaría a varios países”.

En el caso de la libertad de mercancías, la situación se podría salvar con un acuerdo bilateral. Aquí solo hace falta la mayoría cualificada del Consejo de la UE, aunque el catedrático Amat cree que a España también le conviene: “El 70% de las mercancías de empresas españolas que van a Europa pasan por Cataluña. No les interesan los aranceles”. (...)

Cataluña podría también seguir usando el euro, como hacen Kosovo y Montenegro, sin acuerdo monetario con la UE, lo que implica que estaría muy expuesto a cualquier shock externo, que tendría que afrontar con reservas de su banco central. O intentar un acuerdo monetario como el que disfruta Andorra. Pero estas negociaciones, como la del acuerdo comercial bilateral, tardarían años en forjarse.

“Si la independencia no es pactada, los costes de transición serían mucho más elevados”, plantea Antràs, que considera que una “salida pactada” con el Gobierno español con un periodo de “transición acordada hacia la UE”, rebajaría sensiblemente los costes. Pero no es esa la posición de partida de Rajoy. 

Y otros Ejecutivos europeos ven con poca simpatía los movimientos separatistas, por las implicaciones que tendrían dentro de sus fronteras. Un callejón sin salida para la independencia de Cataluña, que la amenaza de una crisis generalizada podría evitar, en opinión de Amat: “Si el conflicto llega a afectar a los mercados, la UE entonces intervendría para procurar que provoque el mínimo mal posible”.

La incertidumbre sobre el encaje con la unión monetaria pondría en una situación delicada a la banca con sede en Cataluña. Caixabank y Banco Sabadell dejarían de acceder a las facilidades de liquidez del BCE y tampoco serían fiscalizados por el supervisor único europeo, una situación que podría forzarles a mover su sede a otra comunidad. 

“Hay reglas de acceso a la liquidez a través de filiales o sucursales de los bancos en países de la zona euro. Otra cosa es la cantidad a la que puedan acceder”, concede Bel, quien recuerda que las dos entidades disponen “de grandes cantidades en deuda soberana española”, que facilitarían ese acceso. 

Además, las entidades conceden en Cataluña mucho más préstamos de los que pueden financiar con sus depósitos en la comunidad: buena parte de esa diferencia se compensa con depósitos captados en el resto de España, otro elemento de riesgo en caso de una separación poco amistosa.

La exclusión de la unión monetaria también supondría que la deuda soberana que emita Cataluña no podría descontarse en el BCE a cambio de financiación, lo que limitaría el apetito inversor por estos títulos. Además, es casi imposible predecir cómo reaccionarían los mercados ante el súbito aumento de la deuda autonómica.

 O ante la opción de que la Generalitat no asuma su parte de la deuda estatal mientras se negocia algún tipo de acceso a la UE, como plantea el líder de ERC, Oriol Junqueras. La deuda, ahora en el 32% del PIB catalán, pasaría a estar entre el 80% y el 105% del PIB catalán según el criterio de reparto que se eligiera.

“Cataluña se enfrentaría a un largo periodo de transición, en el que predominaría la incertidumbre. Votar a favor de la independencia es jugarse el futuro de Cataluña a la lotería”, afirmó Ángel Ubide, investigador del Peterson Institute for International Economics, en la presentación del estudio de Societat Civil Catalana."         ( /   El País,  Barcelona / Madrid 4 NOV 2014)

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