"(...) Lo que no parecía tan previsible era que en el resto de fuerzas
políticas y entre los comentaristas y tertulianos fuesen tantos los que
se tragaran la milonga y diesen por buenos los planteamientos de los
independentistas.
Los resultados de la jornada son categóricos.
El simulacro se realizó
sin el menor control (ni junta electoral, ni interventores… ellos se lo
guisaron, ellos se lo comieron). Usaron partidariamente toda la fuerza
del aparato estatal (conviene no olvidar que la Generalitat no es más
pero nada menos que una parte del Estado).
Emplearon todo tipo de
recursos públicos. Movilizaron clientelarmente al sector privado, con el
que, unos por convencimiento, otros por gratitud, y otros por miedo de
ser señalados como antipatriotas, se prestaron a colaborar. Presionaron a
los funcionarios. Utilizaron despóticamente los medios de comunicación
públicos y pretendieron chantajear a los privados. (...)
Pues bien, después de todo ello, y según sus mismos datos que pueden
estar manipulados y cocinados de múltiples formas, tan solo una tercera
parte de los posibles votantes acudieron a las urnas y únicamente un
millón ochocientos mil se inclinaron por la independencia. Todo un
éxito.
Con estos resultados ¿pueden los señores Mas y Junquera pretender
hablar en nombre de Cataluña en sus proclamas independentistas? ¿Acaso
con ese porcentaje de votos se puede imponer la secesión de Cataluña
trastocando el statu quo, primero a la gran mayoría de los catalanes y
después al resto de los ciudadanos de España? (...)
En todo caso, lo único que demuestra es el escaso interés que suscita
en la sociedad catalana, al igual que en la española, y en cierta forma
en la europea, el Parlamento europeo, conscientes de su escasa eficacia
y de que el Estatuto era más una pretensión y un capricho de las
oligarquías catalanas que de la propia ciudadanía.
Los resultados han sido desfavorables para los soberanistas. El único
triunfo de Artur Mas ha sido el de poder sacar pecho en una suerte de
bufonada, en la que un presidente de Comunidad Autónoma se burlaba del
Estado de derecho. Pero ello tan solo es indicativo de la vulnerabilidad
del Estado que hemos creado con las Autonomías y de la mediocridad de
la clase política española, más pendiente de sus equilibrios internos y
de sus resultados electorales que de los problemas del Estado. (...)
No se precisa demasiada suspicacia para percatarse de que en este
momento será Cataluña el lugar en el que todas las instituciones están
más condicionadas y sujetas a toda clase de chantajes.
Basta citar el
cuasi linchamiento al que estuvo sometida Encarnació Roca, a la que la
Universidad de Gerona estuvo a punto de despojar del título de doctora
honoris causa por el único motivo de pertenecer al Tribunal
Constitucional y no haber hecho reserva de voto en la admisión a trámite
del recurso del Gobierno en contra de la ley de consultas. (...)
Se quiera o no, el movimiento secesionista constituye en el plano
regional (al igual que el neoliberalismo económico en el personal) la
rebelión de los ricos." (El 9-N, la rebelión de los ricos, de Juan Francisco Martín Seco, República de las ideas)
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