22/7/14

La ideología soberanista de las balanzas fiscales

"Leí con asombro el artículo de Guillem López Casasnovas Veinte y cinco años de balanzas (21 de junio) porque, entre otras cosas, esconde al lector el elemento esencial: el carácter eminentemente ideológico de las balanzas fiscales que elabora desde hace años la Generalitat y que constituye hoy un caso único. Ningún otro Gobierno del mundo se autoimpone el cálculo de estos saldos anualmente como anexo al proyecto de ley de presupuestos

Además, el cálculo de las balanzas se sostiene en este caso en dos premisas falsas: que los catalanes no nos beneficiamos de determinados servicios públicos que presta la Administración central y que abonamos cada año por delante nuestras deudas con impuestos que en realidad no hemos pagado.

Acumulando los dos efectos (sumar a la elección del llamado enfoque de flujo monetario la neutralización del déficit presupuestario) se obtiene una imagen muy distorsionada de nuestra contribución fiscal. 

 López Casasnovas lo disfraza bajo un consenso académico que no existe y fabrica un edulcorado relato sobre la historia de las balanzas y sus protagonistas. Para quien tenga interés en otra visión, recomiendo el reciente libro del catedrático Ramón Barberán Economía y política de las balanzas fiscales en España.

Vamos primero a los hechos. No es cierto que la Generalitat haya facilitado todos los detalles de las balanzas de 2011, publicadas a mediados de este junio. Nuevamente, la Consejería de Economía vuelve a ocultar el saldo contable real tanto del método de flujo monetario, enfoque que el Gobierno privilegia en su discurso político, como del método de carga-beneficio. 

Si restamos los impuestos ficticios que los catalanes no hemos pagado y que no sabemos cuándo ni cómo se pagarán (más de 7.000 millones), el déficit se reduce al 4% para el de flujo monetario y hasta el 2,1% para el de carga -beneficio

A esta distorsión se añaden otros, principalmente la de inflar ingresos e impuestos pagados en Cataluña cuando los pagan otros ciudadanos no residentes aquí, particularmente en el caso del IVA e impuestos especiales.

EL que los ciudadanos tenemos derecho a saber-y las cifras del Gobierno no nos lo facilitan, es cuánto aportamos en tributos y cuánto recibimos en servicios de la Administración central, y cuánto aportan y reciben los demás. Es decir, nos interesa conocer los efectos redistributivos entre territorios

Este es precisamente el objeto del enfoque de carga-beneficio. En cambio, la finalidad del método de flujo monetario es mucho más confusa. Pretende valorar cómo impactan estos ingresos y gastos en las macromagnitudes de una región

Ahora bien, nos dice sólo donde se materializa el gasto del Gobierno central, pero no donde se producen los bienes y servicios que éste adquiere. Nos informa de donde se localiza el objeto imponible sometido a gravamen, pero no donde impactan los impuestos. 

 En rigor, el flujo monetario no sirve para examinar los impactos macroeconómicos, y menos aún los efectos redistributivos de los ingresos y los gastos públicos. Los dos métodos no son sustitutivos, sino que cuentan cosas diferentes. Y es aquí donde subyace la ideología de las balanzas que elabora la Generalitat

Lo que el Gobierno calcula cada año, con la entusiasta asesoramiento de académicos como Nuria Bosch o Marta Espasa, no son las balanzas fiscales sino otra cosa: el dividendo fiscal que obtendría el Gobierno autonómico si asumiera la responsabilidad de financiar el gasto con las bases tributarias actuales. Es el llamado enfoque soberanista

Una metodología que sirve tanto para calcular el escenario de un sistema de concierto económico foral como la hipótesis de la secesión. Lo que pasa es que en ambos casos tanto el capítulo de ingresos como el de gastos podrían variar sustancialmente. Es erróneo suponer que después de un cambio de estatus, sobre todo con la independencia, los ingresos fiscales serían los mismos, teniendo en cuenta el riesgo y la incertidumbre de un escenario de ruptura.  

Y por el lado de los gastos, es lógico que se computaran servicios que ahora presta la Administración central y que de alguna forma serían sustituidos por gasto adicional del nuevo Estado.

En definitiva, es falso que en 2011 una Cataluña independiente hubiera podido disponer de un cheque de 15.000 millones o que cada catalán contribuyera con 2.000 euros de más, tal como difunde el Gobierno. Y es pura propaganda decir que la economía catalana ha sufrido un choque negativo del 7,7% en su PIB por el déficit fiscal

 Lo que resulta sorprendente es que profesionales de prestigio como López Casasnovas hayan contribuido en el pasado a difundir de alguna manera la idea populista del expolio y ahora justifiquen expresiones igualmente chovinistas como la «España nos frena» del consejero Andreu Mas-Colell ."               (Joaquim Coll, El Periódico, 02/07/2014)

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