31/7/14

Jordi Pujol reclamaba una agencia tributaria propia y evadía impuestos. ¿Cómo pudo dar tantas lecciones a los demás?

"A distancia del nacionalismo, algunos respetábamos a Jordi Pujol como factor de estabilidad. Hasta hace poco eso le ocurrió con casi toda la clase política que hizo la transición democrática. (...)

Las generaciones que creyeron en el pujolismo aceptaban muy dócilmente su monopolio del poder pero es muy probable que no sospechasen que era más que nada un monopolio de Cataluña, una impunidad ilimitada, una nación para nacionalistas y no una sociedad para ciudadanos. Y mientras tanto, un montón de millones de las viejas pesetas daban intereses de treinta años en su albergue andorrano.

Ya no es una anécdota que la Cataluña privilegiada tenga sus cofres de seguridad en Andorra. Demasiadas cosas quedan al descubierto, con una evidencia tan hiriente que trastoca algunos de los componentes, ya bastante descompuestos, de la vida pública catalana.  (...)

Poco quedará del catalanismo constructivo que invocaba hasta hace poco. Es a la vez el momento del fisco implacable. (...)

Pagaremos cara la comodidad de haber dejado crecer la idea de que solo había una manera de ser catalán. Esas facturas hay que enviárselas a Pujol. Estos días leeremos disquisiciones prolijas sobre los instintos de padre, las autoinculpaciones, el peso de una familia. 

De poco servirá porque ya hemos entrado en una dimensión desconocida, cuya materia son la sospecha general, el desencanto radical, la percepción de estafa. Pujol reclamaba una agencia tributaria propia y evadía impuestos, exigía una policía autonómica cuando él mismo estaba en falta, sino delito.

Guardó el número de su cuenta andorrana en los repliegues más remotos de su memoria. Han sido más de treinta años de fraude, su clave del maletín nuclear, el PIN de su indistinción entre lo que es público y lo que es privado. Ese comunicado de autoinculpación expiatoria podría acabar siendo una nota a pie de página en la historia universal del engaño. (...)

Importa muy poco el daño que se haya hecho a sí mismo: lo que importa es el mal que le hace a la calidad política y lo que eso contribuye a la atomización de la sociedad catalana, tanto como erosiona aún más la imagen de Cataluña. (...)

Es ligeramente pintoresco ir por ahí diciendo que España nos roba cuando al mismo tiempo se está defraudando a esa Hacienda que somos todos. Y sin embargo, con qué rotundidad estuvo Pujol dando lecciones de macro y micro-economía, de historia y de literatura, de ejemplaridad moral, de hispanidad y de no hispanidad, de europeísmo, democracia y transparencia, de catalanidad pura. ¿Cómo pudo dar tantas lecciones estando instalando por décadas en el fraude fiscal?  (...)

Ciudadano Pujol. Algo huele a podrido en su Cataluña."               ( , El País, 27 JUL 2014)

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