"Un conocido inversor en startups impulsa una estrafalaria
iniciativa legislativa con la que pretende segregar Silicion Valley, la
zona de California donde tienen su sede numerosas empresas del sector
tecnológico, y convertirla en un estado independiente.
De
momento no es más que una propuesta, pero si triunfase en las urnas,
podría abrir la puerta a la primera modificación sustancial de las
fronteras interiores de Estados Unidos desde que se completase la conquista del oeste.
Tim Draper, multimillonario apodado en ocasiones como Riskmaster,
es la cabeza visible de este movimiento que propone dinamitar el estado
de California y convertirlo en seis nuevos entes, esgrimiendo el manido
No taxation without representation, que liga las estructuras tributaria y política y que reclama, en definitiva, más autonomía para los que más pagan.
La nueva configuración añadiría así Silicon Valley, Jefferson, y los
cuadrantes norte, central, sur y oeste de la actual California, a la
lista formada por otros 48 estados continentales y Washington (capital
federal).
La justificación que da el promotor de esta estrambótica propuesta a través de la web oficial
es sencilla: "California necesita reiniciarse. (...) (Crear) seis
californias implica crear seis estados más pequeños, con gobiernos más
locales y más sensibles".
En declaraciones a la revista Time, Draper aclara que "la
gente del sur está muy centrada en cosas como las leyes de inmigración",
mientras que "la gente del norte (de California) está frustrada por la
falta de representatividad".
El proyecto podría haber consegido ya las poco más de 807.000 firmas
necesarias que la ley impone para poder acceder al sistema de consultas
populares del estado y convertirse así en una especie de referéndum que,
en todo caso, no se celebraría hasta noviembre de 2016.
Tal como recuerda la citada revista, la perspectiva de que esta
propuesta salida del acomodado Silicon Valley consiga finalmente
dinamitar California es reducida: incluso aunque los votantes del estado
la apoyasen sería necesaria una ley federal con el visto bueno tanto
del Legislativo federal como del presidente de los EEUU." (El Economista, 16/07/2014)
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