12/3/14

Llama la atención la ausencia de un proyecto de constitución que permita a los futuros votantes poder comparar entre la que ahora tenemos y la que se ofrezca como sustituta

" (...) Si hay una carencia estridente en el proyecto secesionista de una parte reducida, pero hábilmente movilizada y ostentosamente estentórea, de la sociedad catalana, esa no es otra que la ausencia de un proyecto de constitución que permita a los futuros votantes a quienes se dirige poder comparar entre la legalidad que ahora tenemos y la que se ofrece como sustitución. 

O como dice Kant: "Romper los lazos políticos que consagran la unión de un Estado o de la Humanidad antes de tener preparada una mejor constitución, para sustituir a la anterior, sería proceder contra la prudencia política, que en este caso concuerda con la moral". 

De ahí el reproche de estar actuando de forma inmoral que se le suele formular a un presidente que ha renunciado a serlo de todos los ciudadanos para serlo solo de una facción que, además, se quiere declarar en rebeldía contra el orden constitucional.


He repetido por las clásicas activa y pasiva que si el Gobierno autonómico y la oposición golpistas -pues quieren suprimir la vigencia de la Constitución en Cataluña- tuvieran un mínimo de decencia, habrían de renunciar inmediatamente a toda prebenda que provenga del denostado Estado del que quieren liberarse como si estuviesen sometidos al yugo de la esclavitud, imagen que denigra al nada honorable creador de la misma y a sus usuarios, y que los califica como los más grandes demagogos que hemos conocido desde la instauración de la Transición democrática.

 Si quieren "liberarse", deberían de iniciar, sin demora, una lucha de liberación nacional desde fuera de las instituciones legitimadas por una Constitución abominable que los oprime hasta la humillación. (...)

Porque ese movimiento puede triunfar o fracasar, pero lo que no puede hacer es no ofrecer la constitución alternativa que dé satisfacción a todos los interrogantes que un supuesto votante de la misma (o del referendo ad hoc que pretende sustituirla) puede hacerse para saber si le conviene transgredir o no la legalidad vigente. (...)

Porque la sospecha instalada entre algunos catalanes de que se quiere establecer un derecho "de parte", un derecho "partidista", tiene tantos avales que bien podríamos considerar que se quiere pasar de un sistema democrático con todas las garantías reconocidas internacionalmente a una suerte de república bananera (o calçotera) autoritaria. (...)

¿Sería capaz el secesionismo de crear esa constitución que ordene nuestra vida de modo que elimine los "malos instintos" y todos nos sintamos cómodos a pesar de nuestra mutua hostilidad? Lo único que sabemos, hasta hoy, es que la Constitución española del 78 ha garantizado la mayor cota de autogobierno y progreso que haya tenido nunca Cataluña, y que nunca la lengua y la cultura catalana habían alcanzado tan alto grado de desarrollo y extensión popular. (...)"               (Juan Pérez, Crónica Global, Domingo, 2 de marzo de 2014)

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