"(...) Usted ha estudiado bien la guerra de Els Segadors y
la figura de Pau Claris. En los últimos años, en Cataluña se ha apostado
por la reivindicación de 1714, y la revuelta de 1640 ha quedado un
tanto aparcada. No sé si a ello ha incidido el hecho de que la breve
etapa francesa de Cataluña no fue precisamente una buena experiencia.
Sin duda alguna. Hace años el nacionalismo catalán se alimentaba de
pasado histórico, utilizaba constantemente la historia como referente. Y
la guerra de Els Segadors de 1640 era uno de estos referentes.
Incluso utilizaba referentes anteriores, como el almogavarismo medieval
o la exclusión forzosa del comercio con América.
Curiosamente toda esa
historia larga ha quedado en segundo término. Ahora el argumento se ha
hecho fundamentalmente económico. Y el referente obsesivo es el "Espanya ens roba".
La historia está desarmada como argumento movilizador. Ha quedado
únicamente 1714.
En cambio, no hay el menor interés desde el soberanismo
en invocar 1640, cuando se inicia la separación de Cataluña de la
monarquía española y su vinculación con Francia durante más de una
década. No es políticamente correcto invocar esa separación como
ejemplo, ya que supuso una experiencia nefasta, y en eso está de acuerdo
hasta la historiografía más catalanista.
Se apela a 1714 porque se dota
a la fecha de componentes completamente victimistas. Y sobre todo sirve
para resaltar un principio de enorme fuerza entre el nacionalismo
catalán actual como es, por decirlo con un título de un libro de
memorias espléndido, dicho sea de paso, de Rafael Nadal, Quan érem feliços
(Cuando éramos felices). Es decir, la imagen de que Cataluña fue una
arcadia feliz antes de 1714. Y la nostalgia tiene una fuerza emotiva
extraordinaria.
¿Cómo valora esas referencias de Artur Mas a la historia
reciente, al paralelismo con los años de la segregación racial en EEUU,
la fundación del Estado de Israel o la descolonización de la India?
No es nuevo que el nacionalismo catalán busque referentes exteriores.
Pujol también lo hacía. En el caso concreto de Gandhi, supongo que
sirve para apelar a una variable que vende mucho ahora el
independentismo catalán: el pacifismo, la democracia perfecta. Es una
variable muy hipócrita, ciertamente, que engañará a quien quiera
engañar.
Desde el Gobierno central apelan al célebre seny catalán para reconducir la situación. La distinción entre seny y rauxa
es relativamente reciente. Vicens Vives teorizó sobre ella. Sin embargo
no siempre se ha tenido este concepto tan equilibrado de los catalanes.
Curiosamente se trata de un invento de los ilustrados castellanos
después de la Nova Planta. Es decir, la Cataluña anterior está marcada
por la imagen bandolera y de violencia. Es la que se encuentra Don
Quijote en su entrada en Cataluña. Pero después de la derrota de la
Guerra de Sucesión, los ilustrados castellanos empiezan a referirse a la
prudencia, a la laboriosidad, al sentido común, a todas esas virtudes
que acompañan al concepto de seny.
Y Jaume Vicens Vives lo utiliza como variable del carácter catalán al confrontarlo con la rauxa, ya que así ejemplifica históricamente los momentos de prudencia pero también los episodios de desmadre y desmesura.
Tenemos un jefe de la oposición en el Parlamento autonómico y
principal aliado del gobierno de Mas, el señor Oriol Junqueras, que es
historiador...
Fue alumno mío.
¿Y lo situaría entre los que utilizan la historia como arma ideológica?
Por supuesto. Pero no es la crítica principal que yo haría al actual y
teórico jefe de la oposición [autonómico], pues eso lo hacemos todos.
Más o menos consciente o inconscientemente. La historia se convierte en
un vehículo de instrumentalización política, y se utiliza en uno u otro
sentido.
En el caso concreto del señor Junqueras, según su tesis
doctoral, es obvio que ha utilizado la historia de Cataluña desde una
óptica victimista y al servicio de la causa de ERC. En todo caso el
papel de los historiadores es debatir y cuestionar los argumentos que se
puedan invocar desde una determinada óptica ideológica. Personalmente,
no comparto ese argumentario victimista. (...)
Es innegable que una de las victorias del nacionalismo ha
sido cambiar el eje ideológico de derecha e izquierda por el de
nacionalistas frente a no nacionalistas. Tanto es así que da la
impresión de que lo realmente progresista sea el nacionalismo y que aquí
nunca existió el carlismo, ni els terços de requetés, ni ninguna vinculación del catalanismo con el régimen de Franco.
Es un gran fraude.
De una gran habilidad propagandística, por otra parte.
Indiscutiblemente. Han ganado la guerra mediática. Y la prueba más
visible es la imagen de una sociedad catalana globalmente
antifranquista. No he visto en TV3, y eso que hay multitud de
noticiarios que lo reflejan, el eco entusiasta que suscitaron las
visitas de Franco en la Barcelona de la época. Y se ha ofrecido una
imagen absolutamente distorsionada de una Cataluña enfrentada a España.
Eso es un ejercicio de falsificación absoluta. Si uno lee a Manuel Azaña
se percata de que no era menos españolista que Franco. Incluso, por
ejemplo, en las necrológicas que aparecieron a la muerte del maestro
Martín de Riquer se tapaba el papel que jugó en su momento de plena
complicidad con el franquismo.
Azaña acabó harto de los políticos catalanes.
Azaña cambió muchísimo. Fue el gran representante de los intereses
catalanes en Madrid. Apoyó el Estatuto catalán. Pero, sobre todo a
partir del 36, se decepcionó porque entendió que determinado
nacionalismo catalán adoptó una postura hipócrita y de total falta de
lealtad con respecto a España.
Se sintió engañado y frustrado. Creyó en
la sinceridad de los planteamientos identitarios catalanes y pensó que
desde el Estado podían asumirse. Sin embargo se encontró con una
realidad completamente diferente. (...)
Dentro de pocos días se celebrará el simposio España contra Cataluña: una mirada histórica (1714-2014),
organizado por el Centro de Historia Contemporánea de Cataluña. Frente
al argumentario de la confrontación perpetua, existen sólidos
planteamientos que sostienen que, por ejemplo, a Cataluña no le fue mal
con Felipe V.
No le fue mal. Hay una realidad incuestionable: a partir de 1714,
Cataluña experimenta un gran progreso económico. El problema está en los
motivos. Para el nacionalismo catalán el progreso es fruto de un
sintagma que, por otra parte, le encanta: la sociedad civil. La mítica
sociedad civil catalana supo crear los fundamentos y, a pesar del Estado
borbónico, tomó el camino que tomó.
Otras interpretaciones, sin
cuestionar los méritos de esta sociedad, dudan de que el Estado
entorpeciera tanto como se ha dicho teniendo en cuenta el desarrollo
económico que se produjo. Por otra parte, hoy nadie quiere acordarse de
los múltiples acuerdos a los que llegaron la burguesía austricista y
borbónica después de 1714.
Hubo un absoluto consenso en la operación
olvido político y una apuesta por la colaboración absoluta. Es decir, no
hay que cuestionar el esfuerzo de la sociedad civil pero siempre en
colaboración con el Estado. Ahora eso se silencia porque es
políticamente incorrecto.
Es el triunfo de lo que usted denomina la interpretación de los nietos frente a la de los padres.
Exactamente. Estamos en la época de los nietos. Sufriendo a los nietos..." (Entrevista a García Cárcel, Crónica Global, 03/12/2103)
No hay comentarios:
Publicar un comentario