"Uno de los argumentos más repetidos,
aunque no por ello menos peregrino, de los partidarios de la
independencia de Cataluña es que quienes nos oponemos a ella nos
obstinamos en dar siempre la misma respuesta, basada principalmente en
la Constitución y las leyes.
“¡Esta no es una cuestión jurídica!”,
objetan. Como si la creación de un Estado no fuera una cuestión
eminentemente jurídica o la estatalidad de un sujeto político no
dependiera forzosamente de un acto legal como es el reconocimiento de
tal condición por la comunidad internacional de Estados.
La condición de Estado no es un hecho
físico objetivo como la construcción de un edificio de oficinas o de un
pabellón deportivo, sino la consolidación efectiva de un estatus legal.
Los Estados no existen en el espacio físico, sino únicamente en el
espacio jurídico.
Así que deshagamos de una vez el entuerto: estamos,
sin duda, ante una cuestión jurídica. Es decir, Artur Mas, Oriol
Junqueras o incluso Carme Forcadell pueden salir mañana mismo al balcón
de la Generalitat y proclamar la independencia de Cataluña mediante una
declaración unilateral o, lo que en la práctica es exactamente lo mismo,
después de un referéndum a la búlgara como el previsto para el próximo 9
de noviembre.
Pero saben, o deberían saber, que eso sería hacer
castillos en el aire, pues nadie en su sano juicio puede pretender que
semejante declaración tuviera ninguna efectividad jurídica, es decir,
aplicabilidad práctica alguna, porque saben, o deberían saber, que
ninguno de los principales Estados de la comunidad internacional
reconocerá jamás un Estado surgido de un acto contrario al ordenamiento
constitucional de un Estado miembro de la Unión Europea y, como tal, de
indiscutible índole democrática. (...)
Uno de los argumentos más repetidos,
aunque no por ello menos peregrino, de los partidarios de la
independencia de Cataluña es que quienes nos oponemos a ella nos
obstinamos en dar siempre la misma respuesta, basada principalmente en
la Constitución y las leyes.
“¡Esta no es una cuestión jurídica!”,
objetan. Como si la creación de un Estado no fuera una cuestión
eminentemente jurídica o la estatalidad de un sujeto político no
dependiera forzosamente de un acto legal como es el reconocimiento de
tal condición por la comunidad internacional de Estados.
La condición de Estado no es un hecho
físico objetivo como la construcción de un edificio de oficinas o de un
pabellón deportivo, sino la consolidación efectiva de un estatus legal.
Los Estados no existen en el espacio físico, sino únicamente en el
espacio jurídico.
Así que deshagamos de una vez el entuerto: estamos,
sin duda, ante una cuestión jurídica. Es decir, Artur Mas, Oriol
Junqueras o incluso Carme Forcadell pueden salir mañana mismo al balcón
de la Generalitat y proclamar la independencia de Cataluña mediante una
declaración unilateral o, lo que en la práctica es exactamente lo mismo,
después de un referéndum a la búlgara como el previsto para el próximo 9
de noviembre.
Pero saben, o deberían saber, que eso sería hacer
castillos en el aire, pues nadie en su sano juicio puede pretender que
semejante declaración tuviera ninguna efectividad jurídica, es decir,
aplicabilidad práctica alguna, porque saben, o deberían saber, que
ninguno de los principales Estados de la comunidad internacional
reconocerá jamás un Estado surgido de un acto contrario al ordenamiento
constitucional de un Estado miembro de la Unión Europea y, como tal, de
indiscutible índole democrática." (Nacho Martín, 01/09/14)
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