25/10/16

El PSC de Iceta es el PSC de siempre, pero peor. Iceta está acomplejado, debe demostrar que es un buen catalán

"El PSC siempre ha sido un partido bastante raro, ya desde su nacimiento en plena Transición política. Allí se juntaron dos sectores sociales y culturales de procedencia muy distinta.

Por un lado, un sector obrero, pero obrero obrero, de aquellos obreros que ahora ya no existen: pelo negro, tez morena, manos callosas, nacidos en familias campesinas de la España del centro y del sur, emigrados a Cataluña en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, que vivían hacinados en ciudades cercanas a Barcelona o Tarragona que, en estos mismos años, habían visto multiplicar, como mínimo, su población por diez. 

Era la Barcelona metropolitana, políticamente denominada entonces como “el cinturón rojo”. Esta fue una componente del PSC, exactamente la que aportaba los votos.

El PSC siempre ha sido un partido bastante raro, ya desde su nacimiento en plena Transición política. Allí se juntaron dos sectores sociales y culturales de procedencia muy distinta.

Por un lado, un sector obrero, pero obrero obrero, de aquellos obreros que ahora ya no existen: pelo negro, tez morena, manos callosas, nacidos en familias campesinas de la España del centro y del sur, emigrados a Cataluña en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, que vivían hacinados en ciudades cercanas a Barcelona o Tarragona que, en estos mismos años, habían visto multiplicar, como mínimo, su población por diez. 

Era la Barcelona metropolitana, políticamente denominada entonces como “el cinturón rojo”. Esta fue una componente del PSC, exactamente la que aportaba los votos.

 El nacionalismo ha dictado desde hace años que el enemigo a batir es el PP; pues a combatir al PP. 

El PSC de Iceta es el PSC de siempre, pero peor. Iceta está acomplejado, debe demostrar que no es el que piensan, sino un fiel servidor de la tribu, debe cumplir las exigencias de quienes mandan y demostrar que el PSOE es España."                 (Francesc de Carreras, El País, 18/10/16)

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