"El PSC
siempre ha sido un partido bastante raro, ya desde su nacimiento en
plena Transición política. Allí se juntaron dos sectores sociales y
culturales de procedencia muy distinta.
Por
un lado, un sector obrero, pero obrero obrero, de aquellos obreros que
ahora ya no existen: pelo negro, tez morena, manos callosas, nacidos en
familias campesinas de la España del centro y del sur, emigrados a
Cataluña en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, que vivían
hacinados en ciudades cercanas a Barcelona o Tarragona que, en estos
mismos años, habían visto multiplicar, como mínimo, su población por
diez.
Era la Barcelona metropolitana, políticamente denominada entonces
como “el cinturón rojo”. Esta fue una componente del PSC, exactamente la
que aportaba los votos.
El PSC
siempre ha sido un partido bastante raro, ya desde su nacimiento en
plena Transición política. Allí se juntaron dos sectores sociales y
culturales de procedencia muy distinta.
Por
un lado, un sector obrero, pero obrero obrero, de aquellos obreros que
ahora ya no existen: pelo negro, tez morena, manos callosas, nacidos en
familias campesinas de la España del centro y del sur, emigrados a
Cataluña en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, que vivían
hacinados en ciudades cercanas a Barcelona o Tarragona que, en estos
mismos años, habían visto multiplicar, como mínimo, su población por
diez.
Era la Barcelona metropolitana, políticamente denominada entonces
como “el cinturón rojo”. Esta fue una componente del PSC, exactamente la
que aportaba los votos.
El nacionalismo ha dictado desde hace años que el enemigo a batir es el
PP; pues a combatir al PP.
El PSC de Iceta es el PSC de siempre, pero
peor. Iceta está acomplejado, debe demostrar que no es el que piensan,
sino un fiel servidor de la tribu, debe cumplir las exigencias de
quienes mandan y demostrar que el PSOE es España." (Francesc de Carreras, El País, 18/10/16)
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