"(...). Los borbones llegan a España. Y, según
afirma Feliu de la Peña refiriéndose a Cataluña, "consiguió la Provincia
cuanto había pedido" y las constituciones de la época "fueron las más
favorables que había conseguido la Provincia".
Se recopilan las Constitucions i altres drets,
Barcelona alcanza el estatuto de puerto franco autorizado a comerciar
con América y se implementan exenciones fiscales.
Una época de
recuperación que topa con la Guerra de Sucesión al trono de España: la
coalición antiborbónica bloquea el Mediterráneo y ahoga el tráfico
comercial con lo que ello supone para Cataluña.
Es entonces cuando los
diputados catalanes, después de negociar con la coalición antiborbónica,
cambian Cataluña de bando. ¿Una guerra nacional? ¿Una guerra de
Cataluña contra la imposición castellana de un Rey extranjero? Dejando a
un lado que los dos reyes eran extranjeros, resulta plausible que
estamos ante un conflicto -de consecuencias personalmente dramáticas-
originado por la infidelidad de la oligarquía local.
El bando de Rafael
Casanova llamando a defender la ciudad de Barcelona habla de "derramar
gloriosamente su sangre y su vida por su Rey, por su honor, por la
Patria y por la libertad de toda España".
10. El decreto de Nueva Planta, en
palabras de Jaume Vicens Vives, "echó por la borda del pasado el
anquilosado régimen de privilegios y fueros de la Corona de Aragón.
Este
desescombro benefició insospechadamente a Cataluña, no solo porque
obligó a los catalanes a mirar hacia el porvenir y los libró de las
paralizadoras trabas de un mecanismo legislativo inactual, sino porque
les brindó las mismas posibilidades que a Castilla en el seno de la
común monarquía". (...)" (Miquel Porta Perales, Crónica Global, Jueves, 12 de diciembre de 2013)
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