"(...) Reconoce Elliott que La rebelión de los catalanes, su libro sobre la
guerra de los Segadors al que nos hemos referido, desmitificaba algunos
arraigados mitos de la historiografía nacionalista que Soldevila
defendía. Pero lo significativo es que Elliott también dice (página 65)
que los historiadores de una nueva generación (es decir, los actuales)
han visto en el libro un sesgo anticatalán.
En el fondo de la
cuestión, y lo describe muy bien Elliott, lo que sucede es que, al
contrario de lo que podía pensarse hace veinte o treinta años, el método
de Soldevila, es decir, la historia romántica, ha influido más que el
método de Vicens Vives, el de la escuela francesa de los Annales.
Elliott lo resume muy bien (páginas 62-63) en las consideraciones que
hace sobre el “excepcionalismo” nacionalista, en el síndrome de la
“nación elegida” y el síndrome de la “víctima inocente”, tan presentes
en el día a día de la política catalana. Ni uno ni otro síndrome, dice
Elliott, “son propicios para escribir buena historia”.
Los historiadores
catalanes, con pocas excepciones, suelen ser meros ecos del poder
imperante en Catalunya desde hace más de treinta años, unos por activa,
como corifeos, otros por pasiva, callando.
El resultado es que, Elliott
dixit, no se hace buena historia. Así, el maestro británico confiesa su
fracaso: “Mi libro La rebelión de los catalanes estaba fuertemente
marcado por la determinación de liberar la historia de la Catalunya del
siglo XVII de las garras de la mitología nacionalista” (pág. 64).
Pero
concluye (pág. 96): “Hay una nueva generación en la España oriental que
corre el peligro de alcanzar la madurez bajo la impresión de que la
historia de su territorio natal se detiene en las orillas del río Ebro.
Con tal enfoque, inevitablemente se retrocede a la historia nacionalista
estrecha y cerrada que historiadores de la talla de Vicens Vives se
propusieron ante todo desacreditar”. (Francesc de Carreras, caffe reggio, 28/08/2013)
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