"(...) Pero el puñado de escritores de renombre que apoyan el “Yes”, son
casi todos republicanos de izquierdas que rechazan el nacionalismo tal y
como lo define el SNP. “McIlvanney pasa a Salmond muy por la izquierda:
Salmond estaba cortejando a Donald Trump y Rupert Murdoch pero
McIlvanney y otros quieren un movimiento de base amplia y socialista”,
dijo Hames mientras comíamos en Oran Mor.
Kelman me explicó su posición en un email: “Estoy totalmente opuesto
al nacionalismo. Abomino el nacionalismo pero defiendo la
independencia”, explica. Esta posición, añade, “es muy difícil de
entender en el Reino Unido pero existe un argumento en favor de una
independencia de izquierdas que no es nacionalista; los republicanos
socialistas, anarquistas apoyamos la independencia pero NO (sic) el
nacionalismo”.
Alasdair Gray coincide con esa posición que plantea la
autodeterminación del pueblo escocés como una reivindicación que no es
nacionalista sino un principio de soberanía democrática que permitirá
que Escocia siga su propio camino hacia el socialismo republicano.
Existe, dice Hames “una enorme crisis de legitimidad política en Escocia
que llamamos el Escenario Doomsday ya que tenemos un gobierno en
Londres que carece de cualquier mandato en Escocia”.. No hay diputados
conservadores en Escocia.
“Cuando McIlvanney habló ante la conferencia
del SNP en 1987, calificó a Margaret Thatcher como un “gamberra
cultural” lo cual reforzó la idea de que el thatcherismo estaba
fundamentalmente enfrentado a las tradiciones comunitarias escocesas”,
dice Hames.
De modo que, existe un argumento que plantea la
independencia como el único escenario en el cual se podrá adoptar
políticas progresistas de clase, al margen de cuestiones relacionadas
con la identidad nacional.
En torno a esas reivindicaciones de derechos democráticos,
republicanos y de defensa de las conquistas sociales, los escritores
escoceses quieren resucitar la campaña del SÍ. (...)
Esta visión de una Escocia equitativa puede ganar votos para la campaña
del SÍ. Sondeo tras sondeo ha dejado bastante claro que la opinión
publica escocesa defiende valores sociales en mayor medida que la
inglesa (Aunque cabe añadir que el rechazo al conservadurismo
desregulador en Escocia se comparte en el norte de Inglaterra , donde
los tories tampoco cuentan con una base significativa de apoyo).
Curiosamente, esta nueva configuración del independentismo escocés se
parece bastante al croquis de un nuevo nacionalismo británico planteado
por el joven laborista escocés Gordon Brown en 1975.
Brown planteó
entonces una identidad británica liberada de lazos peligrosos de etnía
excluyente, nostalgia imperial, o folclorismo conservador al plantear
que los símbolos del patriotismo británico deberían ser los logros
sociales por los que luchó el movimiento laborista, conquistas como la
National Health Service, el Estado de bienestar, los sindicatos.
Como
escribió Neil Ascherson en el London Review of Books en abril del 2007,
esta forma de definir una “nación”, “es admirable porque es
fundamentalmente subversivo; el patriotismo que se construye en torno a
una institución de reforma en el nombre del pueblo es un concepto
republicano”.
Pese a los intentos de Danny Boyle (que llevó Trainspotting
de Welsh a la gran pantalla) en su celebración del Britishness
progresista de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres el año
pasado, ha resultado imposible forjar una identidad británica
progresista en torno a esas ideas, en parte por la carga de un pasado
imperial, en parte por la concentración de la riqueza y de los valores
conservadores y neoliberales en el sur de Inglaterra.
Pero, en Escocia
–donde existe un escepticismo mucho más extendido respecto a la
monarquía y un compromiso mucho mayor con los servicios públicos- puede
ser posible.
Una campaña basada en el Common Weal permitiría también superar la
banalización de la identidad escocesa en torno a símbolos folclóricos,
gaitas, embutido haggis y faldas escocesas de tela tartan (quizás,
incluso de categorías literarias como el Tartan noir). Porque cualquiera
que llega a Glasgow quedará impresionado por la ausencia de esos iconos
tradicionalistas y tópicos en la comunidad imaginada escocesa.
Al
llegar a la ciudad el mes pasado a las 10 de la noche, pregunté cual
seria el mejor restaurante para cenar y tres personas me respondieron
con visible orgullo que Glasgow tiene los mejores restaurantes hindúes
del Reino Unido. (...)" ( , La vanguardia, 12/08/2013)
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