"(...) El presidente Mas escribió el 10 de septiembre un artículo en el New
York Times muy curioso. Al margen de la sarta de mitos e inexactitudes
históricas –por llamarlas de alguna manera– que contenía, entre las que
obviaba la pertenencia de Cataluña a la Corona de Aragón o recordaba el
origen tribal de la nación mediterránea, en uno de los párrafos se soltó
el pelo y dijo aquello de que España había hecho «concesiones
financieras» a los vascos.
Mas tiene una memoria horrenda. En la
presentación del tercer volumen de sus memorias, en abril de 2012, el
expresidente Jordi Pujol recordó que en el momento de elaborarse el
primer Estatuto, se planteó la posibilidad de que Cataluña reivindicara
un concierto a la vasca, pero el Parlamento regional rechazó la
propuesta por «insolidario, reaccionario y medieval».
Estos olvidos son
lógicos si uno termina creyéndose que la historia de Cataluña se
extiende desde la edad de piedra hasta el 11 de septiembre de 1714. A
partir de ahí solo existen, por lo visto, anomalías.
Hace pocas fechas, algún medio catalán reflejaba el malestar que
entre el nacionalismo catalán habían causado las declaraciones de
Urkullu en las que señalaba que era injusto que el Estado repartiera un
déficit a la carta, en la medida en que se castigaría a las comunidades
que habían cumplido con las medidas de corrección de las finanzas
públicas.
Aquello fue una ofensa terrible. Existe la sensación, entre el
nacionalismo convergente catalán, de que los vascos no tienen amigos en
la causa contra el Estado, porque los intereses de Cataluña y de
Euskadi son completamente distintos. (...)
Al margen de esta cuestión de liderazgo y vanguardia, en algunos
sectores de Euskadi puede causar cierta preocupación que pase lo que
pase con el problema catalán, el régimen de concierto económico pueda
verse afectado en una hipotética reforma del Estado en términos
territoriales. Cualquier escenario es negativo.
Un modelo de concierto
para Cataluña puede disminuir la sobrefinanciación que recibe el País
Vasco, gracias a la sustantiva aportación que de forma suplementaria
realizan aquella y otras comunidades pudientes a la solidaridad
nacional. Por otro lado, la independencia de Cataluña abocaría a una
revisión de las relaciones financieras entre el Estado y el País Vasco,
pues como región rica tendría que aumentar la suma global destinada a la
nivelación regional.
Desde hace unos años se viene diciendo que el
encaje sociopolítico de Euskadi en España es el concierto. Sea o no
cierto, lo paradójico del asunto es que una secesión catalana puede
abocar al nacionalismo vasco, representado por el PNV, a una situación
compleja, en la medida en que sin planteárselo, vería afectado no solo
su discurso, sino una estrategia institucional donde se vienen esbozando
vaporosas propuestas sobre el «encaje de Euskadi en España». (...)" (JOSU DE MIGUEL BÁRCENA, EL CORREO 20/09/13, en Fundación para la Libertad)
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